Castilla y León
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Los ataques de osos pardos a colmenas se multiplican en Palencia
Los plantígrados han llegado a saltar sobre las vallas electrificadas que rodean las colmenas e incluso a cavar para llegar hasta la miel
Andrea Cubillas
25/08/2013 (12:32 horas)
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Los ataques de oso pardo a colmenas de la zona norte de la provincia de Palencia casi se han triplicado en los últimos años convirtiéndose en un verdadero problema para los apicultores. “Todos los días nos llegan noticias de dos o tres y abarcan desde Velilla del Río Carrión hasta Cervera de Pisuerga”, denuncia Francisco Salvador, coordinador provincial de Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) de Palencia y apicultor.

El responsable de UCCL Palencia afirma que este año todos los productores de la zona se han visto afectados en mayor o menor medida mientras que la Junta se demora cada vez más en el pago de las indemnizaciones y denuncia que llegan tarde o no llegan.

“Los daños a las colmenas son crecientes”, confirma el jefe de sección de Vida Silvestre de la Delegación de la Junta en Palencia, Pablo Zuazua. “Hasta el año 2000 se contabilizaban como máximo 25 ataques anuales; en 2011 y 2012 fueron 70 y en lo que llevamos de este año ya sumamos 50 por lo que es fácil que se superen los 70 del año pasado”, concreta.

Las cuentas de UCCL apuntan ya a más de un centenar de ataques. “Muchos", explica Santiago, "no son denunciados porque los requisitos que se exigen para poder acceder a las indemnizaciones son tan complejos que muchos apicultores optan por no presentar reclamación.”

Aumento de la población de osos

Aunque no existe un censo real sobre el número de ejemplares de osos pardos, especie en peligro de extinción y, por lo tanto protegida, se estima a partir de las osas con crías. “Hace unos años se contabilizaban dos hembras y ahora se han llegado a ver hasta cinco, por lo que la población puede alcanzar ya los 30 o 35 en las zonas oseras del norte, que además de Palencia incluyen parte de Cantabria y de León”, señala Zuazua.

El incremento del ataque a colmenas se explica, pues, en parte por este aumento de la población de plantígrados, pero hay otros factores. El responsable de Vida Silvestre de la Junta también lo achaca a la proliferación de colmenas, sobre todo trashumantes, que llegan para la época de floración y atraen a los osos.

“El verano es una época con pocos alimentos para este animal; antes comían carroña y colmenas naturales. Con la prohibición de dejar animales muertos, la carroña prácticamente ha desaparecido y son muy escasas las colmenas naturales que quedan como consecuencia de las enfermedades propias de las abejas, por lo que el oso ataca las colmenas, cada vez más numerosas, que encuentra para coger un alimento del que siempre se ha nutrido”, indica Zuazua.

Cavar para salvar las vallas y coger la miel

“Quienes se ocupan de la protección del oso deberían comprobar si tienen alimentos suficientes y si su distribución geográfica es la correcta”, se queja Esther Ibeas, una apicultora afectada que produce miel ecológica en más de 250 colmenas distribuidas por el parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña. Asegura que este año no ha habido casi bellotas y que el oso no ha ivernado, lo que podría haber acentuar su necesidad de buscar comida. Relata cómo los osos han llegado a saltar sobre las vallas electrificadas del pastor eléctrico que cercan las colmenas e incluso cavar para pasar por debajo de ellas y alcanzar la miel. Añade que, además, los osos memorizan los emplazamientos y repiten los asaltos a las mismas colmenas causando verdaderos estragos.

Frente a estos ataques no se puede hacer nada porque el oso pardo está protegido. Los propios apicultores apuestan por una convivencia pacífica y defiende su protección como especie en peligro de extinción. La Junta, como responsable patrimonial, debe indemnizar los daños causados por los osos a los productores de miel. Pero UCCL dice que el Gobierno regional no está cumpliendo con su responsabilidad y le acusa de desidia.

Según Francisco Salvador, las indemnizaciones no siempre cubren la totalidad de los daños causados porque dependen de la valoración que haga el guarda forestal y si, además, en el ataque muere la reina, se pierde la cosecha de la colmena y el enjambre desaparece sumando nuevas pérdidas que no son ni cuantificadas ni reparadas económicamente.

A ello hay que añadir, agrega, que la Administración regional cada vez se demora más en el pago, cuando hace unos años se hacía con relativa rapidez. Cita el ejemplo de José Manuel, un apicultor trashumante de Cantabria que lleva diez años trayendo sus colmenas de mayo a octubre a Vallespina de Cervera, que ya ha sido atacado en tres ocasiones, dos de ellas a un mismo emplazamiento. Ha reclamado 1.700 euros por daños y tras presentar varias recursos y ver el paso de los meses, denuncia el propio afectado, todavía no ha cobrado nada.

El dirigiente de UCCL Palencia asegura que como el de José Manuel hay muchos casos, por lo que exige “la urgente tramitación y resolución de los expedientes pendientes vía patrimonial, así como la flexibilización de los trámites y requisitos que el apicultor debe realizar para poder acceder a las ayudas”.

Los apicultores, concluye, no quieren que el problema con el oso adquiera tintes parecidos a los del lobo, la otra especie 'ultraprotegida' en la Comunidad, y defienden continuar conviviendo y compartiendo espacios y lugares con esta especie que, al igual que las abejas, ha poblado desde siempre la Montaña palentina.

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