Opinión
OPINIÓN POR DAVID FERNÁNDEZ
Lealtades a precio de mercado
Hablando de partidos políticos, todos hemos dicho y oído...
17/03/2015
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EL PODER DE LA PALABRA
...en numerosas ocasiones las frases "los políticos se apuñalan entre ellos", "fulanito hace esto a cambio de esto otro", "menganito apoya a fulano porque le ha prometido tal cosa". Y suele ser cierto. La lealtad en política es en la mayor parte de la ocasiones impulsada o conseguida a cambio de ciertas prebendas, como si de una mercancía se tratara. Se podría decir que en los partidos políticos se producen los equilibrios internos en base a ese mercadodonde se cruzan la oferta de dádivas y la demanda de lealtades.

Siendo cierto lo anterior, también existen lealtades sin contraprestaciones. Lealtades puras que algunos dan a cambio de nada y por el mero hecho de creer en quien deposita esa lealtad. Lealtades a cambio de nada y a pesar de las consecuencias. Es verdad que esta situación no es la que sucede la mayor parte de las ocasiones, pero existe, no es una leyenda.

La lealtad sin contrapartidas es más noble, más ética y mucho más resistente a tentaciones de cambio que la obtenida a cambio de algo. Lo que se da por convicción y buena fe tiene una inmovilidad mucho más alta que lo obtenido a precio de mercado. Entonces, ¿por qué no se da esta práctica más veces en los partidos políticos? Quizás por tres razones: la primera de ellas es que es más fácil y más rápido forjar una lealtad a cambio de algo que una voluntaria. En unas pocas horas una persona con capacidad de otorgar dádivas puede ganarse el apoyo de determinadas personas por las contraprestaciones ofrecidas o que pudiera llegar a ofrecer.

Sin embargo, mucho más complicado es obtener esa lealtad por la vía del convencimiento y de las razones basadas en los hechos y la manera de actuar de quien pretende recibir esa lealtad. La segunda de ellas podría ser el miedo por parte de la persona que pretende obtener esa lealtad de que mientras él intenta ganarla a cambio de ejemplaridad, otros lo intenten con contrapartidas, y la mayor parte de los interlocutores cedan ante la opción más jugosa para sus intereses. Como última razón, quienes reciben esas lealtades a cambio de nada tienden a no valorar las de lamisma manera que la obtenida a través de dádivas.

Lasminusvaloran y apenas les conceden importancia porque no les ha costado nada recibirlas. Es un análisis muy mercantilista, pero muy real. Si quienes recibieran estas lealtades sin coste alguno para ellos las valorasen más que las recibidas por haber dado algo, probablemente se daríamás veces esta práctica, mucho más noble que la de la compra de voluntades y que provoca mucha más satisfacción en quien da y quien recibe.

Todo ello se debe quizás a una deshumanización de los partidos políticos de un tiempo a esta parte. Muchas veces los propios miembros dirigentes de los diferentes partidos no se dan cuenta de que tanto ellos como el resto de los miembros de los diferentes órganos o directivas son personas y como tales se habrían de tratar y valorar.

Hoy en día ese concepto humano que debería conformar la esencia y el espíritu de los partidos políticos se ha sustituido por un sentido mecánico de la organización. Los dirigentes ya no son personas, son "aparato" y todo es un complejo formado por engranajes que escudriñan personas y las integran o trituran en función del equilibrio forjado por esas lealtades que más que lealtades son mercaderías.

Esta deshumanización de los partidos provoca luego en las administraciones gobernadas por éstos una acción de gobierno alejada del sentir de la sociedad y provoca que se dé un campo de cultivo propicio para que se genere una red de intereses espurios que luego desembocan en escándalos de corrupción y enriquecimientos astronómicos y que dejan al sistema político en una dimensión diferente a la de la sociedad a la que dicen representar. Y al final del todo, el principal motivo del que surgen todos estos maleses la deshumanización de los partidos políticos.
 

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