Pero Palacios no pudo evitar hablar también del Bierzo, donde también ha cosechado altas puntuaciones para sus caldos, elaboradas con uvas procedentes de sus viñedos de Corullón, y con vinos también muy especiales y fuera de lo común, como es el caso de La Faraona. Palacios recordó sus comienzos, con apenas 25 años vendiendo barricas durante la semana para hacer algo de dinero y durante los fines de semana trabajando en la viña, en el Priorat, para hacer ese primer vino del que solo se produjeron unas 1.400 botellas.
Él recordó que hubo momentos duros y que pensaba: “quiero una nómina, quiero una nómina, quiero una nómina”. Aún así, por otro lado tenía esa pasión por el vino y esa seguridad en lo que hacía. “Sabía que iba a conseguir una finca con un vino fuera de lo normal, superior, y así fue”, confesó en el programa de Cuatro, 'Viajando con Chester'. Y encontró esa finca en el Priorat y también las encontró en el Bierzo.
“En el Bierzo, con mi sobrino Ricardo, tenemos una finca que se llama La Faraona, que no es más de media hectárea , es la gran pena que produce máximo entre 1.000 y 1.200 botellas”, explica el viticultor riojano, que aseguró que “es una joya de la España vitiviníola, pero sin precedentes”. Así, relató como la descubrió, al verla a dos kilómetros de distancia desde el pueblo, desde Corullón. “Fue un electromagnetismo o un magnetismo total, brillaba en lo alto, con los lomos dobladitos y vi que las aguas se van a los lados”, contó.
La entrevista tuvo lugar en sus viñedos del Priorat, sobre un 'chester' con un racimo de uvas estampado.
A eso se añadió después que era una finca con unas cualidades del suelo especiales, “con una pizarra gruesísima, que la raíz no puede penetrar, las viñas son pequeñitas porque compiten entre ellas y produce unos racimitos pequeños que al final maduran bajo una situación de vértigo”. Y es que, por su orientación, estas viñas solo reciben el sol de la mañana, la luz del alba blanca, que es una luz tenue y liviana, y la luz del mediodía ya le da por un lado.
“Madura tarde y milagrosamente”, aseguró Palacios, que apostilló que produce un vino que es “indescriptible, no hay palabras”. Mostró su pasión, emocionándose para describir las sensaciones que produce ese vino porque, definió, “ya no es la boca, lo máximo es cuando pasa a tu estado emocional, lo sientes por las venas, en los músculos, sientes cómo tu cuerpo es acariciado por dentro con ese vino”.
Álvaro Palacios defendió la tradición en la elaboración del vino frente a la tecnología y las “batas blancas” y reconoció que la vendimia le provoca angustia, por su “manía” de vendimiar tarde siguiendo las costumbres de los más ancianos. “Bendita angustia”, le decía al final del programa Pepa Bueno al probar su vino. La subasta del 'chester' de Palacios, con un impecable diseño con un racimo de uvas, será destinada a Cáritas de su pueblo Alfaro, en La Rioja. “Para todo el equipo de la Cuatro, en vino veritas y amor, mucho amor”, fue su dedicatoria, “grabada” a rotulador en este emblemático sofá.