Deportes
BALONMANO
Juan Arias, una vida dedicada al club
Icono del ademarismo, santo y seña del club, parte clave de la historia del deporte en la capital
Roberto Fernández / David Rubio
02/06/2014 (10:05 horas)
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Antes que presidente fue pivote. Antes que pivote, lateral. Antes que lateral, jugador de rugby. Antes, de minibasket. Antes... el más alto de su clase en los Maristas. La vida de Juan Arias no se podría explicar sin hablar del Ademar del mismo modo que no se podría explicar la historia del Ademar sin citar a Juan Arias.

Llegó a ser el máximo responsable de club, pero mucho antes de alcanzar la presidencia había sido ya una de las piezas fundamentales del Ademar. Fue jugador cuando los sueldos sólo daban para echar un julepe en el autobús durante aquellos interminables viajes a los campos gallegos, en los que esperaba una encerrona segura. Su contrato, eso sí, tenía un único trato de favor con respecto a sus compañeros: estaba autorizado para que su mujer viajase con el equipo a los partidos que se disputaban fuera. "Si no era así no la veía, porque sólo podíamos estar juntos los fines de semana", bromea él.

En otros viajes, ni mujer ni julepe, como aquél que hizo en taxi desde San Sebastián, donde cumplía el servicio militar, hasta León, donde cambió de maleta, y después hasta Ferrol, donde el Ademar se jugaba (y consiguió) el primer ascenso de su historia a División de Honor. "Tenía roto el menisco. Casi no podía ni caminar, pero jugué y hasta marqué un gol de contraataque, por increíble que parezca, porque no me cubría nadie", recuerda Juan Arias. Luego, el mismo viaje hasta San Sebastián para vestirse de verde.

Entró en el balonmano de rebote. Su primer contacto con el deporte fue a través del baloncesto, deporte al que parecía destinado por su envergadura. Luego se pasó al rugby, hasta que el equipo de Maristas desapareció. Entonces decidió probar por el balonmano, y a este deporte ha dedicado su vida.

Sus inicios fueron como para meter el gusanillo en el cuerpo a cualquiera: el primer año que jugó en el equipo cadete de Maristas consiguió el Campeonato de España en Málaga, después de haber ganado el partido de la final por 4-2, resultado sorprendente donde los haya y que lo es mucho más si se sabe que tres de los goles fueron de penalti. "No paró de llover y el campo era tal barrizal que no habían quién atrapara el balón", recuerda Juan Arias, que al año siguiente repitió título, en este caso en un campeonato celebrado en Madrid "y de calle". Campo, Hidalgo, Algorri, Estrella y otros cuantos jugadores que luego, como él, pasaron a formar parte de los primeros equipos del Ademar integraban aquella plantilla de chavales que no le tenían miedo a nada, una generación que hizo del balonmano uno de los deportes favoritos de los leoneses.

"Si de algo me siento orgulloso ahora es de haber conseguido involucrar a mucha gente en este proyecto, ver que los aficionados lo sienten como algo suyo, porque en realidad lo es. El Ademar es de León", afirma el actual presidente. En ese objetivo cumplido tienen que ver, obviamente, los títulos conseguidos por el Ademar y el hecho de haberse convertido en uno de los grandes de Europa, pero también tuvo que ver aquella época mucho menos lucida de su etapa como jugador. Por ejemplo, en los partidos entre el Ademar y la OJE, en los que acercarse al área era una práctica de riesgo para cualquiera.

Historia

Suso, De la Fuente, Castro o Emperador fueron algunos de sus compañeros en el primer Ademar del que formó parte, entonces recién unido al CHF y entrenado por Julián. En ese momento empezó a estudiar Derecho, y sus estudios se cruzarían en su carrera deportiva.

Podía escoger equipo cuando terminó el primer ciclo de su carrera y se vio obligado a irse de León. Se decantó por el Michelín de Valladolid, donde jugó tres años. "El primer año el equipo estaba recién ascendido y la verdad es que nos fue muy bien en cuanto a resultados. Luego, me convertí en el comodín del equipo, porque la verdad es que el entrenador me ponía cada día en un puesto distinto".

Siempre le gustó más defender que atacar. Llegó a formar parte de la selección española júnior y de la universitaria. Aún se lamenta de aquel viaje que iban a hacer a Rumania para participar en un Campeonato de Europa. Horas antes de partir recibió un telegrama en el que se le aconsejaba no salir de España, porque los controles fronterizos se habían endurecido después de que Carrillo los atravesara disfrazado.

Después de su etapa en Valladolid, Juan Arias volvió a León y empezó a trabajar en la empresa familiar. No quiso abandonar el balonmano por ello, y no lo ha hecho, ni como jugador ni como presidente del Ademar. Antes tenía que entrenar a las seis y media de la mañana, para ir después a cumplir con sus obligaciones laborales. Hoy, cuando suena su teléfono, el que llama puede ser un representante de jugadores ofreciendo a un lateral muy versátil o un proveedor que no sabe dónde descargar un camión de mantequilla.

Unas misteriosas fiebres le obligaron a dejar de practicar el balonmano después de haber rondado de hospital en hospital durante cuatro años.

El Ademar entró entonces en una de sus etapas más negras: "Nunca hice nada para posicionarme como presidente. Es más: mantenía las distancias porque muchos consideraban que podía ser el sucesor de la directiva de entonces. Pero un día fui a dejar a mi hija a los Maristas, me cogió el hermano Tomás...".

Convertido en presidente, formó una directiva con gente de confianza "y con representantes de lo que entonces era el balonmano en León". El resultado fue un derroche de imaginación que permitió renovar todas las estructuras del club. Uno de sus grandes méritos fue el de coger un club recién ascendido pero con una deuda que parecía insalvable y, en un año, conseguir que estuviera mejor saneado económicamente que muchos equipos de su categoría, lo que le sirvió para ser el repescado después de haber descendido.

Gestión económica

La gestión económica era, por tanto, más importante que la deportiva, pero en ambas demostró talento. Aunque el año que el Ademar ganó la Liga él vaticinara después de un partido de pretemporada que iba a tocar sufrir para evitar el descenso. "Sigo pensando que lo de la Liga fue un milagro. porque perdimos tres puntos en los tres primeros partidos". Se podía pensar que, a partir de aquel momento, el del Ademar iba a ser un camino de rosas, o por lo menos más fácil, pero no: el equipo ganó una Liga pero perdió a su patrocinador. Vuelta a empezar de cero.

Presumía, y con motivo, de haber creado la Fundación Ademar para formar futuras estrellas. También de que en Europa el equipo se haya convertido en una referencia. Pero se lamenta de no haber podido jugar más tiempo con su hermano Miguel (sólo pudo hacerlo una temporada) y de que los fallecidos César y Algorri, dos de sus mejores amigos, dos de sus compañeros durante más tiempo, no pudieran disfrutar de la gloria que encontró al final del camino que empezaron juntos. 

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