Más aplausos que pitos a Piqué en Las Gaunas
Y es que el partido, que es lo que realmente cuenta y no la mezcla de silbidos y aplausos que se dieron en cada toque de Piqué, arrancó torcido. Dos lesionados en media hora. El primero fue Silva, que se llevó dos tremendos golpes de Gerson antes del minuto 6. Se fue cojeando a la ducha el líder del City y entró otro que vive en Manchester siendo la estrella del United. Nada más aparecer Juan Mata se generó la primer ocasión de gol tras una buena combinación entre varios hombres que Morata, veloz y voluntarioso, desperdició junto a la línea. El asturiano, en gran momento de forma, buscaba socios, abrir el campo y buscar al '9' con centros laterales. Ese plan, que parece tan fácil pero pocas veces se ejecuta.
España, que salió sin jugadores del Real Madrid en su once en partido oficial seis años después, arrancó con los mismos que en Oviedo menos dos fijos, ausentes por obligación. Entró Cazorla por Iniesta y Morata por Costa. De una combinación entre ellos salió la mejor opción y el asturiano, sólo ante Joubert la mandó al larguero. El juventino cruzó en exceso apenas unos segundos después. Sus movimientos a veces son raros, pero efectivos. El problema es que a la media hora también cayó por golpes de los zagueros rivales.
Y es que mientras los asistentes parecían más pendientes de pitar o aplaudir a un jugador que de animar Luxemburgo, nada cobarde, mantenía su entramado defensivo con las dos líneas de cuatro atrás, que basculaban hacia la zona del balón. Orden y anticipación defensiva. España necesitaba mover la bola más rápido para superar esa línea defensiva adelantada. Los luxemburgueses se juntaban mucho para presionar cualquier filtro entrelíneas. Entró Alcácer, ese delantero más de área y que con La Roja siempre funciona. El gol no llegaba y Luxemburgo hasta lanzó, desviado, a puerta.
Fue entonces en el momento de más duda cuando se refrendó la importancia de los interiores reconvertidos en laterales, como Juanfran y Alba, en el equipo. Un pase de Cesc al hueco lo salvó junto la línea de fondo Juanfran, que dejó la bola franca para un disparo de Pedro. Joubert despejó y la bola quedó en el área para que Cazorla, que más allá de su doblete demostró su gran momento de forma, fusilase de cerca. Del Bosque aprovechó para decir al alicantino que insistiera, que debía abrir campo e incorporarse por sorpresa para crear superioridad. Al descanso se llegó con una maradoniana jugada de Piqué que, tras irse de tres rivales, no pudo finalizar por no disparar en el punto de penalti. Reflejo de esta España actual, a veces demasiado preciosista y poco efectiva.
Alcácer pide el puesto
Con el marcador a favor pero la tristeza por las noticias de la lesión de Morata, al que los primeros diagnósticos le auguran cuatro meses de baja, el duelo fue avanzando mientras una parte del público seguía centado en Piqué y no en los golpes que trataban de evitar los suyos. Pedro y Alcácer rebrincaron tras algunas de las caricias de sus marcadores. Los golpes no descentraron a Paco, que no paró hasta marcar aprovechando otro pase de Cesc al ver su desmarque y otro a placer tras una llegada de Alba.
Es junto a Cazorla, que abrió y cerró la goleada con un buen disparo lejano, el único que ha repetido en los últimos 16 goles de España, marcado por trece futbolistas distintos. Significa que se reparten los goles, pero que no hay un '9' consolidado. Podía ser Costa, pero no marca. Quizá iba a ser Morata, pero por las lesiones no ha tenido continuidad. Alcácer pide la plaza con goles porque su media de acierto no la mejora nadie. Seis goles en menos de 500 minutos y eso que pudo hacer alguno más. Falta le hace a España, que 2008 y 2010 se agarró a Villa cuando los duelos se torcían.