Tecnología
LA RED
Enfermos por el móvil
Bajo rendimiento laboral, tendinitis crónicas, dependencias emocionales, adicciones... son los efectos de ser un adicto al teléfono móvil
Sentirse ansioso por no llevar el móvil, angustiarse por no estar conectado, controlar a otros a través de ‘apps’ y redes sociales... algunos sígnos de alarma. (Ilustración: Martí Ferrer)
Sentirse ansioso por no llevar el móvil, angustiarse por no estar conectado, controlar a otros a través de ‘apps’ y redes sociales... algunos sígnos de alarma. (Ilustración: Martí Ferrer)
Alejandra Rodríguez
04/06/2015 (11:10 horas)
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Leer el periódico, pedir comida, comprar, operar con el banco, citarse con el médico, chatear gratis, organizar la agenda, entrenar, hacer fotos, grabar vídeos, contactar con amigos en cualquier rincón del planeta, mandar correos electrónicos, jugar, medir parámetros de salud… todo eso y mucho más puede hacerse a través de un simple teléfono móvil. Según datos del estudio ‘Somos Digitales 2014’, la penetración de los ‘smartphones’ entre los usuarios españoles había saltado del 41% en 2011 al 84% en 2013, una cifra que probablemente hoy esté más que obsoleta teniendo en cuenta que, según el mismo informe, nuestro país figura a la cabeza de la digitalización mundial; al menos en cuanto a la posesión de dispositivos. Y es que cada ciudadano atesora seis de estos ingenios tecnológicos por término medio entre ordenadores de sobremesa, portátiles, teléfonos móviles y tabletas.

Sin embargo, esta avalancha tecnológica tiene una cara menos amable, que no es otra que la del conjunto cada vez más grande de secuelas y trastornos relativos a la salud, física y emocional, derivados de haber convertido esta cacharrería en parte indispensable de nuestras vidas. Especialistas de las más variadas disciplinas alertan del incremento bien de problemas nuevos, bien de trastornos que han evolucionado a partir de otros ya existentes o bien de dolencias que parecían olvidadas y que han resurgido por culpa del mal uso de las nuevas tecnologías. Es el caso de la artrosis de las costureras o rizartrosis, rebautizada como ‘pulgar de Blackberry’ y, más recientemente, como ‘whatsappitis’.

Text Neck. También llamado cuello del lector, es la sobrecarga cervical causada por la adopción prolongada de una postura nociva: el cuello inclinado hacia abajo y la parte superior de la espalda curvada. Se evita con higiene postural y estiramientos para mantener tonificada y flexible la musculatura del cuello.

Dependencia emocional. Las nuevas tecnologías favorecen del desarrollo de la dependencia emocional, contribuyen a prolongar y perpetuar un patrón de comportamiento nocivo para el dependiente y además dificultan la superación de este trastorno a causa de la enorme posibilidad de contacto y control permanente de la persona de la que se depende.

Síndrome del túnel carpiano. Estrechamiento del canal por el que transcurre el nervio mediano al atravesar la muñeca. Causa acorchamiento, falta de habilidad y fuerza en los dedos y la palma de la mano. Se ha agravado por el uso del ratón del PC. Su solución última es quirúrgica.

‘Whatsappitis’. Tendinitis en el pulgar por el uso excesivo del móvil en una posición forzada al sujetarlo y al teclear. También se conoce como pulgar de Blackberry. Si no se corrige a tiempo acaba en rizartrosis; deterioro de la articulación muy dolorosa asociada también a la pérdida de movilidad.

Nomofobia. El término describe el miedo irracional a quedarse sin móvil, ya sea por olvidarlo en casa, quedarse sin batería o perderlo, en cuyo caso aparecen irritabilidad, ansiedad, falta de concentración, entre otros síntomas. Estos desaparecen al recuperar el teléfono. En realidad el trastorno sugiere una posible adicción al móvil.

Insomnio. Usar tabletas y móviles antes de dormir dificulta la relajación necesaria para conciliar el sueño; dado el grado de alerta y atención que demandan. Además, los reflejos y la luz que emiten las pantallas tienen un efecto negativo sobre la producción de melatonina, hormona necesaria para un sueño reparador.

FOMO. Literalmente, miedo a perderse algo. Es una especie de envidia virtual que provoca ansiedad y malestar al ver todo lo que hacen los demás (comidas, reuniones, fiestas, vacaciones, viajes…) sin la participación del afectado, que acrecienta su sensación de inferioridad pero no puede desconectarse.

Infertilidad. Llevar el móvil en el bolsillo delantero del pantalón perjudica la fertilidad masculina, según varias investigaciones. La exposición prolongada a estos dispositivos reduce la producción de semen, la viabilidad (cantidad de espermatozoides vivos en cada muestra), así como la movilidad y morfología que los espermatozoides necesitan para fecundar.

Phubbing. El término proviene de la unión de dos términos (phone; teléfono+snubbing; desaire y describe precisamente eso: comportarse de manera indiferente y despreciar la compañía de las personas que tenemos al lado por estar constantemente consultando o utilizando el móvil en reuniones, celebraciones… Es otro signo de adicción al móvil.

Se trata de una tendinitis y posterior artrosis de la base del dedo gordo causada por los movimientos forzados y repetidos como los que estas profesionales hacían al bordar y cortar. «Comenzamos a verlas con relativa frecuencia hace pocos años en gente que jamás había cogido aguja y dedal. El motivo no tenía que ver con la costura, sino con el uso constante del teclado del móvil, ya que habitualmente se escribe con el pulgar de la misma mano con la que se sujeta el teléfono. Este movimiento no es natural y hacerlo en exceso causa inflamación y dolor en este dedo, en la palma de la mano y en las muñecas», explica el doctor Antonio Manzano, traumatólogo de la clínica iQtra Medicina Avanzada de Madrid.

En la misma línea, encontramos dolores de espalda, síndrome del túnel carpiano, codo de tenista y el Text Neck (cuello de lector), otra patología de nuevo cuño que compromete la salud cervical por culpa de las sobrecargas derivadas de agachar la cabeza al leer la pantalla de smartphones y tabletas. Ser miembro de la tribu de los cabeza abajo (nombre con el que se conoce en Hong Kong a los que caminan con la mirada fija en sus teléfonos móviles) pasa una cara factura en forma de dolor, inflamación y contracturas que acaban en el fisioterapeuta.

«Tratamos de desinflamar, estirar y descargar la zona con terapia manual; prescribimos ejercicios para tonificar la musculatura del cuello, higiene postural y truquitos para no agachar la cabeza tanto tiempo», relata José Molinos, fisioterapeuta.

Despreocupación

Ambos coinciden en la despreocupación de los pacientes. «No asocian su dolor al abuso del móvil y por eso no es sencillo corregirlo», comenta Manzano. No obstante, avisan de las consecuencias a medio y largo plazo. «Las tendinitis que se cronifican son engorrosas, el cartílago no se regenera y cuando aparece artrosis –desgaste articular óseo– nos encontramos con un problema serio. Es cierto que las terapias manuales han mejorado mucho, que las infiltraciones actuales guiadas con ecografía son seguras y precisas y que hay alternativas quirúrgicas muy satisfactorias para algunas dolencias, pero en otras no lo son tanto. Además, la idóneo es no llegar al quirófano», argumentan. Sistema locomotor aparte, el doctor Carlos Palomino, jefe del servicio de Oftalmología de Hospital Universitario Quirón Madrid, calcula que el rendimiento laboral puede bajar hasta en un 40% por la mala calidad visual asociada al síndrome del ojo seco; un trastorno que provoca picor, enrojecimiento y una sensación permanente de tener arenilla dentro del ojo. Lo malo es que a veces las soluciones para este trastorno cuando ya está instaurado son mucho más complicadas que la mera aplicación de lágrimas artificiales.

La esfera emocional tampoco se libra de los estragos del abuso de nuevas tecnologías. El concepto de acoso se ha engrandecido por obra y gracia de la preposición cíber y del efecto multiplicador de las herramientas digitales. El ciberacoso tiene más difusión, más medios para intimidar, más agresores potenciales, más anonimato… todo es más.

Por su parte, los especialistas han llamado la atención sobre otro fenómeno ligado a la avalancha de las nuevas tecnologías. Éstas favorecen la aparición de casos de dependencia emocional y dificultan la recuperación de los pacientes.

«La dependencia emocional es la necesidad irrefrenable de tener contacto con otra persona, normalmente la pareja, aunque puede darse con familia o amigos. Antes era más sencillo pasar el duelo y recuperar la normalidad en un plazo razonable cuando una relación se rompía. Actualmente hay montones de redes, dispositivos y canales para contactar con el otro, espiarle e incluso controlar sus movimientos, incluso sin relación», resume Rosa Fernández, miembro de la Sociedad Española de Patología Dual, que constata que los casos se han multiplicado y han ganado en complejidad.

Estos pacientes son presa fácil de otras adicciones y, ayudados por las nuevas tecnologías, corren mayor riesgo de repetir y perpetuar patrones de comportamiento nocivos que les desequilibran. Incluso, y sin pretenderlo, pueden convertirse en acosadores.

Para evitar males físicos y psicológicos

-Posturas. Cambia frecuentemente de posición, estirando brazos y piernas, y levantándote cada hora para caminar unos minutos.

-Herramientas. Presta atención a la ergonomía de tus herramientas de trabajo (silla, mesa, pantalla, ratón, reposapiés, manos libres…).

-Ojos. Evita fijar la vista durante mucho rato en la pantalla, parpadea frecuentemente y usa gotas refrescantes o lágrimas artificiales.

-Cuello. Levanta la pantalla de tu móvil o tableta en lugar de bajar la cabeza. Mueve el cuello con frecuencia.

-Dedos. Optar por teclados táctiles, teléfonos ligeros y escribir con ellos apoyados en la mesa, en lugar de sujetarlos con la mano.

-Por la noche. Para conciliar el sueño hay que evitar los dispositivos antes de ir a dormir.

-Signos de alarma. Sentirse ansioso por no llevar el móvil, angustiarse por no estar conectado, dejar de hacer vida social o familiar por usar herramientas virtuales, mirar el móvil constantemente, controlar a otros a través de ‘apps’ y redes sociales.

-Niños. Supervisar dispositivos y redes sociales de menores para detectar casos de ciberacoso y hostigamiento en la Red.

-Privacidad. Preservar la privacidad y los datos personales, especialmente de menores. Hacer un uso racional de las fotos.

-Apagar. Desconectarse (salvo urgencias) cuando se está en restaurantes, celebraciones, fiestas, reuniones familiares...

-Hábitos. Cultivar las relaciones interpersonales y familiares cara a cara.

-Dosificar. Las llamadas se pueden devolver en otro momento. No hay que responder a cada mensaje al segundo de recibirlo.


GLOSARIO DE DOLENCIAS

¿Reconoces algún síntoma?

Problemas oculares. Tabletas, libros electrónicos y teléfonos móviles incrementan el estrés y la fatiga ocular por mirar fijamente a las pantallas durante largos periodos de tiempo. También causan ojo seco y molestias por falta de hidratación. Además, aceleran la aparición de vista cansada y desencadenan miopía en los niños.

Acoso escolar. Las nuevas tecnologías, en especial redes sociales y ‘smartphones’ favorecen el acoso escolar por su gran accesibilidad, la facilidad para escapar al control adulto, la posibilidad de actuar anónimamente... Además agravan los perjuicios al acosado por la enorme difusión que logra el hostigamiento incluso fuera del centro escolar.

Dolor postural. Afecta a la espalda y al eje cuello-hombro-brazo-mano por estar mucho tiempo en la misma posición. Se corrige con buenos hábitos posturales, estiramientos, tonificación muscular y cuidando la ergonomía de las herramientas de trabajo (silla, escritorio, reguladores de altura para la pantalla, cojines lumbares, reposapiés, ratones ergonómicos, atriles…).

Vibranxiaety. Cuando alguien está muy enganchado a su teléfono móvil llega a considerarlo prácticamente una parte de su propio cuerpo. De esta manera, suele sufrir la sensación de la denominada llamada o vibración fantasma, que es percibir que el teléfono suena o vibra, cuando en realidad no es así.

Aislamiento social. El abuso de nuevas tecnologías, aplicaciones y redes sociales incrementa este trastorno especialmente dañino en la infancia y adolescencia, etapas en las que es imprescindible construir relaciones personales y redes de apoyo (familia, amigos, compañeros…) que contribuyan al desarrollo personal y a la interacción en un mundo real.



 

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