Cartas al director
CARTAS AL DIRECTOR
En manos de la suerte con el equipaje puesto 
Juan Antonio Sánchez Campos
08/09/2015 (08:30 horas)
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De nuevo los organismos internacionales que rigen la Unión Europea, vuelven a imponernos unas directrices marcadas sin mediar palabra e intentan que España sea uno de los tres países integrantes de la misma con mayor afluencia de un número de refugiados sin saber los medios de los que disponemos para atender sus demandas.

Es alto desproporcionado querer que el 60% de la masa humana proveniente de países en guerra y que buscan su salvación poniendo en peligro unas vidas que al menos en su huida siguen manteniendo, sean dirigidos hacía nuestro país, uno de los más lastrados con el problema continuado de la inmigración durante décadas, al igual que otros restantes del litoral Mediterráneo existiendo 28 naciones dentro del listado de integrantes de la UE y poniendo en serio riesgo de aprovisionamiento y logística necesaria para recibir semejante número de personas entre nuestras 17 Comunidades Autónomas más Ceuta y Melilla ya sobrecargadas del peso de la inmigración.

Está compleja y seria situación por la que está pasando Europa ante el avance en su llegada de miles de personas tratando de dejar atrás una muerte segura y buscando desesperadamente un lugar en el que encontrar un futuro esperanzador para ellos y las familias que arrastran en su caminar es algo que se veía venir desde hace años, ante la pasividad de los gobiernos del mundo por no intentar poner fin a las masacres de dictadores y gobernantes en estos países que llevan en guerra desde hace demasiado tiempo.

El problema de la inmigración o el intento de salvarse de las contiendas por parte de estos recién llegados, nunca tuvieron demasiado eco en las reuniones políticas de los ministros de Exteriores, ni en los viajes a determinados países limítrofes con estos en conflicto de mandatarios de potencias mundiales, se pasó de largo por ellos y tan solo aparecían de vez en cuando en los noticiarios las salvajadas, ataques terroristas que algunas veces nos tocó sufrir, o las caras de los niños que imploraban justicia en sus inocentes ojos. Muchos de esos niños crecieron con el dolor en la mirada y la rabia en el corazón, lo que significó que fueron los portadores de nuevos ataques de rebeldía en recuerdo de sus familiares asesinados y que buscaban venganza para saciar su desesperanza.

El error ya está cometido y ahora nos toca poner soluciones a los problemas más inmediatos que la situación requiere, intentar colaborar solidariamente con estos refugiados no les costará mucho a los españoles, demasiado acostumbrados a la solidaridad en algunos lugares de la geografía deberán ahora repartir sus recursos con las decenas de personas a las que el Gobierno intentará acoplar entre las diferentes autonomías.

Para ello sin embargo, lo más inmediato es lo de siempre el dinero, la recepción de estos refugiados debe hacerse con un acopio de recursos suficientes con los que atenderles las demandas básicas urgentes y mantenerlos el tiempo suficiente entre nosotros para devolverles la dignidad perdida por el camino angustioso por el que han pasado hasta llegar a nuestros pueblos y ciudades.

La duda no obstante está ahí, ¿hasta cuándo los españoles serán capaces de mantener la solidaridad con estos inmigrantes o refugiados a tenor de la desastrosa situación por la que atraviesan muchas de nuestras familias por culpa del desempleo y la falta de recursos en los hogares de miles de españoles? ¿Hasta cuándo tendremos la paciencia suficiente de convivir con personas de raza y cultura diferentes que en algunos casos no entendemos sí en Andalucía por ejemplo, hay miles de niños en el umbral de la pobreza y con un alto riesgo de exclusión social sobre sus cabezas? Son dos de las muchas preguntas que la sociedad española maneja ante la avalancha por llegar y el recelo es del todo comprensible.

Análisis, reflexión y entendimiento entre las partes es la principal batalla que tienen los mandatarios de la Unión Europea y del continente en su conjunto para comprender la situación de cada país receptivo de acoger a estas personas. Del todo asumible que la colaboración en la Unión Europea debe ser completa, sin nadie que escape a sus deberes como integrante de la misma e incluso buscando comprensión solidaria con otras naciones no integradas en la misma pero que por aceptación de Derechos Humanos deban acoger en sus lugares cierto número de refugiados.

Todos somos necesarios en estos momentos, unos por superioridad geográfica y espacio deberán obtener medios para edificar soluciones; otros más pequeños tendrán que asumir una cantidad menor con los mismos derechos y obligaciones que todos los restantes. En definitiva, estamos en un punto peligroso de la historia nueva del mundo, una situación de deterioro en las personas que huyen despavoridas de las guerras y el hambre vienen a suplicar pan y paz a quienes ostentan el privilegio de ser simplemente más afortunados pero la guerra y los conflictos siguen vulnerando los Derechos Humanos en los países de origen y hasta que no se ponga remedio, la avalancha será más continuada en el tiempo y la precariedad de soluciones se irá agotando poco a poco entre los países hoy solidarios y mañana seguramente hartos de suministrar asilo cuando los mandatarios de estos países nada hacen para terminar con sus guerras.

¿Tan difícil es asistir a estos gobernantes en el asesoramiento de la paz? ¿Es la falta de riqueza de los países en litigio una de las prioritarias causas de que a nadie les importe demasiado terminar con la barbarie humana del fanatismo? ¿Tiene miedo el país hegemónico que siempre ha estado en los primeros sitios de partida para afrontar un peligro a sus intereses hacerlo ahora para luchar por el interés global? ¿Son los países europeos débiles ante la avalancha social, religiosa y cultural de la que estos refugiados son portadores? ¿Quién dará el primer paso para discutir con las naciones de origen el problema suscitado? ¿Podrá España aguantar con los rescoldos de la crisis aún en peligro de volver a azuzarse compaginar la solidaridad a los refugiados con las demandas de los ciudadanos españoles en peligro de exclusión? ¿Serán las entidades bancarias causantes de buena parte de la crisis soportada atender la demanda de viviendas vacías que mantiene en sus cuentas de balances algunas de las cuales han sido por causa directa de desahucio? ¿Es el Santo Padre un hombre solidario protegiendo una familia de refugiados en el Vaticano a pesar de que estos no sean católicos? ¿Seguirán sus instrucciones los obispos y sacerdotes de toda España ubicando a familias en sus congregaciones? ¿Tendrá la Fundación Reina Sofía algo suelto para donar en vías de sofocar en alguna medida la falta de recursos que tanto Caritas como otras asociaciones solidarias sin ánimo de lucro están haciendo? ¿Se darán cuenta los políticos españoles imputados por corrupción de que si el dinero no se lo hubiesen llevado además de no estar en la cárcel, hubiera servido para comprar alimentos a los refugiados? ¿Dónde estaban los recursos de los que ahora disponen las CCAA´s y el Gobierno Central cuando los españoles los necesitaban y la Ley de Dependencia brillaba por su ausencia? ¿Es el hombre un ser digno de merecer llamarse humano sino atiende los problemas de toda esta gente? Preguntas, demasiadas preguntas para pocas respuestas convincentes; ahora todos somos buenos, no sin pensar en las Elecciones Generales claro pero, de lo que estoy totalmente seguro es de que todo cambiaría si cada país pusiera un poco de su parte para aleccionar a los gobiernos de origen causantes de la desbandada humana que recibe Europa.

Lo primordial ahora es ayudar a toda está ingente masa de refugiados que huyen de una muerte segura por la inmunidad adquirida por sus líderes “de motu propio” con una aptitud inquisitiva y dictatorial sobre sus ciudadanos. En pleno siglo XXI todavía existen lugares de nuestro Planeta bajo las órdenes de un solo mandatario que hace y destruye todo lo que se le antoja sin obstáculos que se lo impidan. Es por tanto, tan urgente como la asistencia a los desplazados, comenzar a debatir largo y extenso sobre las cuestiones más aparentes que hagan desistir a esos mandatarios de su política infructuosa y atiendan los Derechos Humanos mínimos que una sociedad de este siglo demanda.
No son los españoles los más indicados para hacerse los remolones a la hora de trabajar en pos de la ayuda a los refugiados de las guerras, no obstante tenemos aun fresco en la memoria aquellos tiempos en los que nuestros familiares tuvieron que salir de España a causa de una contienda civil. Hemos aprendido desde fuera de nuestras fronteras que la solidaridad con el que necesita ayuda por razones de extrema peligrosidad por causas de contiendas civiles dentro de sus países, debe ser un cometido sin dudar un instante de ponerse manos a la obra y ayudar en lo posible a quienes podrían haber sido nuestras propias familias.

a realidad del flujo ocasionado con motivo de la guerra en países como Siria no es una especulación periodística como dicen algunos miembros del Gobierno, es una realidad tan palpable como inmediata que la llegada de refugiados a España se dejará sentir en poco tiempo. Pero por mucho que la solidaridad impere en la sociedad española, no deja de escocer el anuncio dado a la opinión pública sobre el aumento en más de 40 millones de euros la dotación de ayuda a refugiados o las declaraciones como siempre ilegibles del ministro de Hacienda Sr. Montoro aludiendo a que “el dinero en cualquier caso no será un problema.”

Por si hay elucubraciones más que posibles, el presidente Rajoy se adelanta a ellas citando fuentes europeas que han tenido en cuenta el PIB español, la tasa de desempleo o la crisis económica para decidir la cantidad de refugiados a recibir en nuestro país; de la Ley de Dependencia o las aportaciones extraordinarias que tenía que haber hecho desde hace tiempo nada dice esté señor, más involucrado en dejar huella de su paso por el Gobierno como sumiso mandatario de la Unión Europea que en defender las necesidades angustiosas de muchas familias dentro de su casa. “Barrer de penurias el lugar que habitas para luego ayudar a limpiar al del vecino” se le ha olvidado al líder del PP.

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