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REPORTAJE
'El asesino silencioso'
En los últimos cuatro meses hasta ocho personas han estado a punto de perder la vida intoxicados / La Comunidad suma en ese tiempo un total de 98 intoxicados por monóxido
Quinita Fernández resultó afectada por el gas hace tres años. (Foto: Quinito)
Quinita Fernández resultó afectada por el gas hace tres años. (Foto: Quinito)
leonoticias.com
02/01/2016 (13:10 horas)
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El último caso ocurrió esta misma semana, en tierras salmantinas, concretamente en Ciudad Rodrigo. La llegada del frío y el uso de aparatos de calefacción como las cocinas de leña o carbón y las estufas de gas o los braseros para combatirlo conllevan una amenaza que en muchas ocasiones no se tiene en cuenta: el monóxido de carbono (CO), apodado el ‘asesino silencioso’.

Desde el pasado mes de septiembre, 98 personas han sido atendidas en la comunidad autónoma por intoxicaciones ocasionadas por la inhalación de este peligroso gas, según los datos facilitados por el Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León. En los últimos cuatro meses del año se han contabilizado un total de 47 incidentes de este tipo, encabezando la lista la provincia de Zamora (10), seguida de León (8), Valladolid (6), Ávila (5) y Salamanca (6), Segovia (4) y Soria (3), mientras que en Burgos, a fecha de ayer, no se había registrado ningún aviso sanitario por esta causa.

Las cifras, explicaron fuentes del servicio de emergencia, son similares a las registradas en el mismo periodo de 2014, cuando se contabilizaron 51 incidentes y 98 intoxicados, aunque entonces hubo que lamentar la muerte de cinco personas por monóxido de carbono. El ranking también era distinto, con León en primer lugar con 12 incidentes, Valladolid con 10, Salamanca con 8, Burgos y Zamora con 5, respectivamente, Palencia, Segovia, Soria y Palencia con tres en cada provincia y Ávila, con dos.

Precisamente, León es una de las provincias donde se ha registrado una mayor diferencia en el número de incidentes por monóxido de carbono y, especialmente, en el número de intoxicados, ya que ha pasado de estar a la cabeza de este tipo de casos con 12 incidentes y 29 afectados en 2014, a contabilizar ahora ocho incidentes y 12 afectados, es decir, menos de la mitad que los contabilizados el año anterior.

El jefe del Servicio de Bomberos de Ponferrada, José Manuel Valcarce, que ha intervenido en estos meses en cuatro sucesos con seis intoxicados en el Bierzo, donde se han producido la mitad de los incidentes por monóxido registrados en León, explicaba este descenso en la meteorología, con un otoño e invierno en el que se están registrando temperaturas más suaves. «Como es lógico, cuando hace más frío se utiliza más la calefacción y se tiende a cerrar más las estancias y en muchas viviendas no hay una ventilación adecuada», subrayó.

Quinita Fernández, junto a una estufa de gas en su domicilio. (Foto: Quinito)

Falta de oxígeno

Las concentraciones de monóxido de carbono están estrechamente relacionadas con la ventilación, porque «la generación de ese gas se produce siempre que tengamos una combustión, ya sea una chimenea francesa, una estufa o cocina de leña o carbón, un brasero o una estufa catalítica; el problema surge cuando hay una falta de oxigeno, que es consumido por las personas que están en la estancia y la propia combustión».

Por ello, Valcarce indica que la mejor forma de prevenir este tipo de incidentes es garantizando la ventilación periódica de los lugares donde se utilicen este tipo de calefacciones o calderas con llama, una medida a la que se une también la vigilancia de la correcta instalación y mantenimiento de los extractores y rejillas para la salida de gases.

A este respecto, el especialista apuntó también a la necesidad de la limpieza de chimeneas para que haya también por esta vía una correcta evacuación, vigilar la adecuada combustión con llama azul –si crepita y muestra un color anaranjado hay que preocuparse– y, como elemento más seguro, la colocación de los detectores de monóxido de carbono en esas estancias, con un precio que ronda los 35 euros y que emite una señal sonora en caso de que se superen los niveles establecidos como normales.

«El monóxido de carbono lo estamos respirando siempre y no pasa nada si no hay unas concentraciones excesivas, que se estiman a partir de las 35 partículas por millón», subrayó el jefe de los Bomberos de Ponferrada, quien advirtió de que, a partir de ahí, comenzará una sintomatología que pasa por el dolor de cabeza, fatiga, mareos y náuseas, en función del tiempo de exposición, hasta poder causar la muerte.

«A partir de 400 partículas, ya hay una amenaza para la vida en una o dos horas; en 1.600 partículas se produce la muerte en una hora y, en valores de 6.400 partículas, una persona puede morir en tan solo 10 o 15 minutos», precisó Valcarce, que destacó ese adjetivo de ‘asesino silencioso’ ya que, a diferencia a diferencia de otros gases tóxicos, carece de olor, sabor y color.

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