Opinión
OPINIÓN POR LUIS ARTIGUE
El Ágora de la Poesía
Salir a la calle a escuchar poesía es un gesto preciosista y absurdo semejante a robar un solo zapato caro, pero en León sucede de vez en vez…
29/10/2014
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LA NOTICIA ILUMINADA DEL DIA
Sin embargo hubo un tiempo más lejano que olvidado en el que en este país los poetas no podían ser heterodoxos, ni desmarcarse del discurso dictado, ni discrepar, ni contar o cantar al margen de la impuesta oficialidad so pena de ser condenados al exilio interior y a la muerte civil. 

En efecto tras exilios forzados e individuos brillantes jubilados de este mundo la cuarta fila de la intelectualidad dominaba la cultura, y grandes nombres como el Premio Nobel y príncipe de la generosidad don Vicente Aleixandre fueron silenciados de modo tal que apenas podían publicar en España… ¡Salvo en León! 

Y es que ésta es la tierra de la Revista Espadaña…

Lo sepamos o no, y lo sepan nuestros mandatarios o no, la poesía forma parte de los anhelos, las dudas y las tormentascon las que concelebrábamos la existenciabajo las tintas del ocaso o la brillantez expresiva de la noche, y si no lo creen asistan alguna vez al Ágora de la Poesía.

Acaso por eso, por la distancia entre lo que fuimosy lo que nos dejan ser, coincidió con el hecho reciente de que las fuerzas vivas de la ciudad declararan desierto el Premio de poesía González de Lama como atrabiliario paso previo a hacerlo desaparecer, y con el hecho de que pareciera que lo referente a la poesía aquí quedara más o menos totalmente comandado por un trabajador del Ayto que publicaba sus libros con subvenciones de esa misma institución, que un movimiento lírico popular, callejero y democráticamente integrador empezó a organizarse, a gestarse y a darse voz a sí mismo: se trataba no sólo de denunciar la modorra cultural institucional y vigorizar desde la base el panorama poético  de la ciudad, sino también y sobre todo de promover un intercambio de soledades y misticismo sensual y maneras de soñar a través de la poesía.

Gran idea de parte de verdaderos emprendedores culturales que saben que el frío no cierra por sí solo la cremallera de las heridas invisibles, y por eso necesitamos el calor de los versos.

El Ágora de la Poesía surgió así en el viejo León en ese tiempo al margen del asfixiante oficialismo como un espacio de lucha versal no institucionalizada.

Era como si de pronto un microtejido underground inserto dentro de la ciudad tuviera un sitio donde latir, como si la comunidad minoritaria, intensa y expandida de la poesía volviera a tener en León una delegación, como si ese pueblo desterritorializado y múltiple que somos los lectores de poesía se hubiera de pronto encarnado en un hecho social, musical y artístico al aire libre cada último viernes de mes en el anfiteatro frente al Parador y antigua cárcel de poetas de San Marcos.

La idea inicial, yo soy testigo, fue llevada a cabo por tres corazones aventureros sin ánimo de lucro o de vanidad saturada portados por personas con nombres que han de pronunciarse ahora con lírica gratitud y así, como regalándoles una merecida corona de laurel: Sandra Sánchez, Ramiro Pinto y Eduardo Príncipe Contrahecho. 

Y han perseverado de viernes en viernes cuando el en el hermoso cielo de León se podía leer el número y el nombre de todas sus estrellas, y cuando en León llovía como si el verano se odiara a sí mismo, y también cuando la nieve invernal nos recordaba que en León el frío ahuyenta a los exhibicionistas.

Ahora han sacado, no sin esfuerzo, un libro que testimonia lo andado y promete la continuidad de esta iniciativa marginal de la cual no formo parte pero que  me tiene fascinado, no lo oculto, y de la que soy alucinado testigo así, como varado en el linde: los escucho leer poesía al aire libre a cambio de nada pero dándolo todo bajo el cielo nocturno de León y, es la verdad, no logro decidirqué rincón dejo que la luz no ocupe.

Luis Artigue

www.luisartigue.es

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