Reportajes
REPORTAJE
Educando perros felices
Segovia acoge un taller de 'Educación canina en positivo' que ayuda tanto a los perros como a los propietarios de las mascotas
A.C.
18/03/2012 (16:22 horas)
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Los mejores amigos del hombre envían señales cuando están estresados o no son felices, algo que en ocasiones puede convertirlos en perros agresivos. En algunos casos, los dueños no saben identificar esos signos y tampoco, por tanto, cómo actuar. En el taller de ‘Educación canina en positivo’, que se está desarrollando en Segovia, Montse Martín aconseja cómo tratarlos para conseguir perros sanos, equilibrados y contentos.

Hay diferentes tipos de avisos: desde un jadeo excesivo a ladridos exagerados, lentitud a la hora de caminar, determinados movimientos de la cabeza, no querer comer o no obedecer a su dueño. De estas maneras, entre otras, los canes demuestran que no se encuentran cómodos. ¿Cómo pueden darse cuenta sus propietarios de que están haciendo algo mal? Y, la cuestión más importante, ¿qué medidas se pueden adoptar para lograr que el animal esté relajado y feliz?

“Lo primero, conocer sus necesidades”, responde Montse Martín, monitora del curso de ‘Educación canina en positivo’. “La mayoría de perros que sufren problemas es porque los vemos desde un punto de vista humano, los tratamos como iguales a nosotros, pero, los perros se tratan y se quieren entre ellos, y con las personas, de una forma distinta a la nuestra”. Añade que “todos los dueños adoran a sus mascotas pero, en ocasiones, no saben cómo tratarlos y, lo que es peor, no se molestan en intentar hablar su idioma y entenderles”. Incluso, a la hora de sacarlos de paseo, se les trata e interactúa con ellos como humanos cuando, en realidad, los perros no comprenden el lenguaje de las personas. Por eso, hay que enseñar al perro unas pautas de comportamiento y al dueño cómo actuar ante determinadas situaciones.

Es necesario fijar unas rutinas. El animal debe saber que come a unas horas concretas, los momentos en los que sale a pasear y cuándo debe permanecer en casa solo. Si no se mantienen esos rituales, puede ponerse nervioso cuando tenga hambre porque no sabe cuándo le toca comer o empezar a ladrar desesperadamente si quiere salir a la calle y cree que no va a poder hacerlo. De esa manera, gracias a la rutina, el perro se acostumbra a lo que corresponde en cada momento del día y no se preocupa por el resto.

Imagen de la celebración del taller en Segovia. (Foto: Kamarero)

Amor, paciencia, comida y juego

“El amor, la paciencia, la comida y el juego” son herramientas imprescindibles para comprender a la mascota y educarla, subraya Montse Martín.

La etapa de socialización es fundamental para conseguir los objetivos marcados. Ese periodo va desde las tres semanas hasta los cinco meses de vida y es, en ese momento, cuando el perro adquiere esos conocimientos necesarios para comunicarse con el ser humano, la fase de más fácil aprendizaje y cuando hay que enseñarle cómo comportarse en diferentes situaciones. Si el perro ha superado ya esa edad, los cinco o seis meses de vida, también se pueden obtener buenos resultados, aunque el proceso es algo más complicado.

Obviamente, reconoce Martín, hay razas más nerviosas y con las que, por tanto, es más difícil trabajar. En ese caso, el perro debe gastar energía para que esa vitalidad no se vuelva en contra. Hay que sacarlo a correr, que se canse, para que llegue a casa relajado, contento y con menos fuerza. Si esa energía no se desgasta, se puede convertir en ansiedad “lo que generará problemas de comportamiento”. El caso más extremo es la agresividad. “Un perro ataca, en general, cuando tiene miedo”, dice la monitora de este taller. El ataque o la huida son los comportamientos últimos a los que puede llegar.

Además, aclara, el perro “es reflejo del dueño”. “Condicionamos al perro, si tenemos miedo se lo pasamos a él”, explica. Entonces, dice, cuando los propietarios de mascotas pasan junto a otros perros y tienen miedo, se lo transmiten. En ese caso, la correa debe ir ligera y dejar que se acerquen, se huelan y se conozcan. “Si el dueño no se lo permite, el animal equipara miedo a peligro y se convierte en agresividad”, sentencia.

Es consciente de que en la sociedad actual es difícil que los “mejores amigos del hombre no tengan algo de estrés”. Sin ir más lejos, cuando están nerviosos suelen parpadear mucho o jadear. Los ladridos pueden ser síntoma de excitación, miedo, territorialidad o de que hay mucha gente alrededor y no le gusta. Pero, además, los dueños quieren que vayan limpios y se comporten educadamente cuando “ellos quieren ser animales, comportarse como tal y oler como animales”. Por eso, la colonia, por ejemplo, “es espantoso para ellos porque les tapa su olor natural”.

Algunos de los participantes en la iniciativa del Ayuntamiento de Segovia. (Foto: leonoticias)

El perro lo entiende todo

Esta experta considera que el perro lo entiende todo y es capaz de detectar el estado de ánimo de su dueño, si está enfermo, triste o estresado y, en función, de lo que sienta así se comportará. Si el animal está nervioso, el mejor truco para calmarlo es “acariciar su pecho o su tripita”, pero no la cabeza porque lo puede entender como un gesto de superioridad o una regañina.

En definitiva, mantener unos horarios, dejar que se relacionen con otros perros, jugar, cuidar su alimentación, acercarlos a la naturaleza y sacarlos a la calle unas dos horas diarias son los principales consejos para disfrutar de un perro equilibrado, sano, tranquilo y feliz, según esta profesional de la educación canina que no utiliza estímulos agresivos para enseñarlos porque “pueden ser contraproducentes”.

En el curso de ‘Educación canina en positivo’, que imparte en Segovia, participa una docena de personas cuyos perros se comportan mal y busca soluciones. “Cuando mi perro hace algo mal, enrollo el periódico y no le pego a él, si no que me doy yo en la cabeza, porque si el animal hace algo mal es porque yo no le he enseñado bien”, concluye.

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