Opinión
OPINIÓN POR POLO FUERTES
Dura Lex, sed…, otra garabitada de Zapatero  
La etarra, de cuyo nombre no me voy a acordar nunca, porque de sanguinarios está la historia llena, sin cumplir las penas impuestas, ya está en la calle...
23/10/2013
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CON VENTANAS A LA CALLE
...Qué pena. Pero es la ley. Esa dura ley que dice el Derecho Romano que, a pesar de ello, como es la ley hay que cumplirla.
 
La doctrina Parot, para legos como yo en Derecho Civil, es una aberración de reformas y contrarreformas de dicha ley que quedaron sin concluir en el Congreso de los Diputados, desde el principio de la democracia. Ningún presidente quiso meter mano de pleno en reformar las viejas leyes franquistas, con todas sus consecuencias, porque había muchas que perjudicaban la posible continuación de aquella fragilidad que se llamaba democracia, Dejando flecos y flecos en cada una de las reformas, cansinas y dormilonas que hacían nuestros diputados, se creó esa especie de libelo que se llamó doctrina Parot, poniendo en el titulillo el nombre de otro sanguinario criminal al que le van a salir sus muertos a perra gorda.
 
Por eso, cuando a nuestro ínclito paisano presidente, José Luís Rodríguez Zapatero, los etarras le pusieron sobre la mesa los presos que debían acogerse a la doctrina Parot, sonrió, con su risita seráfica y dijo, adelante con los faroles. Qué pena, si aquel día, que por siete votos, fue elegido secretario general del PSOE le hubiera entrado una canalera como mandan los cánones, aunque fuera con la doctrina de marras, cuanto hubiera ganado el Partido Socialista y, sobre todo España.
 
Y poco más hay que decir. Porque dura lex, sed lex. De momento la etarra de marras ya está en la calle y nuestro León zapateril en boca de todos.
 
Se podía haber hecho lo que vienen haciendo ciertos persojillos  nacionalistas que no cumplen esa ley, aunque sus respectivas sentencias hayan sido promulgadas por los más altos tribunales. Pero ya sería la releche. Lo hecho, hecho está. A partir de ahora queda mucho por hacer para que no haya una salida maxiva, no sólo de etarras, sino de otra clase de sanguinarios comunes, violadores y gente de mal vivir.
 
Y lo primero debe ser pedagogía a Europa, enseñándoles a los europeos, de una vez por todas, que esos presos que ahora le piden clemencia han sido lo que han sido, sanguinarios criminales, por la espalda y a traición. Que no se han arrepentido (la gran mayoría) de sus crímenes. Que las ideas políticas desde hace cuarenta años, en España se pueden defender sin dar ni un solo arañazo. Que se enteren en ese tribunal europeo (que componen casi teinta ¿magistrados?) que los que le exigen sus derechos humanos, en su tiempos le negaron el principal y primero de estos derechos humanos a sus víctimas, LA VIDA.

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