Opinión
OPINIÓN POR LUIS ARTIGUE
Desprendimientos de piedra en la Catedral de León: no hay daños personales salvo los de mi alma
Fue este martes. Se descolgaron como nubes, como ángeles caídos del cielo...
14/01/2015
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LA NOTICIA ILUMINADA DEL DIA
por su propio peso, varias piedras de la Catedral leprosa, que diría Gabriel Miró...

¿He ahí una metáfora virulenta de los recortes y de nuestro personal desmembramiento?

Y el caso es que, según los medios de información o manipulación audiovisual, no hubo daños personales salvo los de mi alma acaso porque el cielo de León, éste con luz como de alumbrado de posguerra, viene a ser algo así como una invitación al arrebato triste, y azul, y lento como un blues, de la melancolía...

¡Como negar que ayer ese templo suscitó dentro de mí simultáneamente un recuerdo y un símbolo como dos almas de un mismo cuerpo o dos faros de un mismo Ford Fiesta!

En verdad entonces, en invierno, a pesar de que el frío ahuyentaba a los exhibicionistas nosotros dos, sentados en el filo de una acera de León como quien cierra los ojos para adentrarse en el enigma, fundamos cierto lugar frente a la Catedral para leer a Gamoneda... Verdades primigenias... El logos hecho mapa de tus besos... Versos con los que descubrimos así, a cuatro manos bajo la luz prohibida de la noche, que la intuición se adentra en la pulpa del misterio como pala en la tierra.

Todo tenía en tus ojos el brillo de lo nuevo.

Sí, en aquel tiempo, frente a la Catedral, nosotros, al tiempo que bebíamos sexos y fumábamos flores y cumplíamos con el rito de sellar los juramentos besándonos con las gafas puestas, inventamos cócteles, y juramentos, y además empezamos a entender el mundo como ámbito de búsqueda –así también el corazón-...

Huimos hacia adentro...

Delante de la Catedral hasta la caligrafía luminosa de los astros siderales nos resumía, creímos, el sentido de la vida, mas debe de ser el tiempo y no su meta lo que individualiza… Decolora al lavarlo el chal hermoso del primer amor… Puntos y aparte seccionan la existencia.

Miro ahora la Catedral deshilachándose, la Catedral cuya rehabilitación también sufre severos recortes: ya que está recién herido el edificio ahora no me reconoce mientras le miro a la cara, pero nos comunicamos: ese templo parece un signo... ¿El signo de los tiempos?

Gracias a los desprendimientos de ayer en la Catedral al menos hoy sé que los recuerdos son cuidados paliativos para el obsesivo cáncer de las lejanías, pero la progresión del sentimiento mientras escribo recordando las piedras de la Catedral así, derramadas por el suelo igual que lágrimas de un tiempo en crisis de belleza, va convirtiendo en rueda el periodismo. Este artículo de información emocional. La ceremonia inútil de hermanar palabras como un laico aleluya transferible.

La sonoridad palpitante y también descascarillada de esto que escribo, como la belleza desprotegida de la Catedral, nos reúne para que de pronto todo no tenga un sentido en sí mismo: Gamoneda, su aliento, la crisis, tu ausencia ya ni mineral ni extensa ahora que he aprendido que la felicidad, igual que la esperanza, es una disciplina más bien individual…

La Catedral no ha muerto.

Luis Artigue
www.luisartigue.es
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