Opinión
OPINIÓN POR ÁGATA PIERNAS
 Dalí: genio-loco-catalán
Estos días en el Museo Reina Sofía de Madrid, tiene lugar una exposición temporal dedicada a Dalí. Por diversos motivos que no vienen a cuento, he tenido ocasión de visitarla y no puedo por menos que expresar mis percepciones sobre esa muestra de su obra.
12/05/2013
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CON LA TOGA PUESTA
Para poder poner en antecedentes, diré en primer lugar que motu proprio no habría ido a ver la exposición, pues no forma parte de mis preferencias artísticas, pero una vez que la compañía se empeñó, no me quedó más remedio que prestarle atención; hubiera sido una descortesía hacía la persona y obra del mundialmente conocido Salvador Dalí.

Muchos extranjeros admirando interesados sus cuadros. Me sorprendió especialmente la presencia de jóvenes y no tan jóvenes americanos, que como todos, hacían grandes esfuerzos por percibir y ponerle algún sentido a sus creaciones. No es tarea fácil lo reconozco, a pesar que el arte sea un idioma universal.

Personalmente pienso que la obra de Dalí responde a una necesidad personal del autor, que como una manera de exteriorizar y plasmar sus demonios, ha utilizado el arte a modo de lo que actualmente se conoce como terapia. Y digo esto porque pinta de manera recurrente objetos y seres con los que está obsesionado, plasma sueños unas veces armónicos y otras puras pesadillas y juega con una realidad, dando una visión dual de algunas personas u objetos, utilizando los mismos para representar una realidad confusa, que, dependiendo quien lo mire, puede tener uno u otro significado. También cuestiona y critica, haciendo gala de ello, los pilares más sólidos de la época en la que vive, formando parte de una vanguardia que va adelantada a su tiempo, que verán con naturalidad radical las siguientes generaciones. Me estoy refiriendo a la religión, la familia (madre), el sexo…

He de confesar que no entendería en absoluto la obra de este genio reconocido, que es el temor que dirige la visita de la mayoría de peregrinos que movidos por la curiosidad, no pueden evitar verlo tras aguardar largas colas, pero algo he captado, no sin el inevitable dolor de cabeza que es consecuencia de la concentración requerida para captar su esencia.

Lo que sin duda también se aprecia o al menos yo lo aprecié así, es el espíritu que también guía su obra de hacer negocio de todo aquello que era objeto de su creación. Su promoción de sí mismo, su teatralización poniéndole valor a su propia creación que basándose en la rareza y altura de su inspiración, junto con el vanguardismo de su obra, consigue captar la atención del público en general e inversores en particular…

Todo ello regado con un sentido peculiar del humor, que también deja su impronta personal a su creación vital.

Dalí es otra historia y ¡vaya historia! No deja indiferente, se lo aseguro.

Ágata Piernas.

Con la toga puesta

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