A los 30 años comienzan a manifestarse “los signos del fotoenvejecimiento temprano y pueden verse poros abiertos y señales de acné cicatrizado”, afirma el doctor Francisco Ortiz, director médico de las Clínicas Médico-Estéticas Teknobell de Sevilla. Sin embargo, los cambios comienzan a notarse más a partir de los 40 años cuando comienzan a marcarse las arrugas dinámicas, producto de la gestualidad, localizadas en la zona de los ojos, la frente y el entrecejo. También pueden aparecer manchas en la piel (léntigos) y “se empieza a notar la pérdida de volumen y estructura en el tercio medio de la cara”, dice el doctor Ortiz.
El siguiente paso en el envejecimiento del rostro sucede a partir de los 55 años, sobre todo en las mujeres con menopausia. Al disminuir el espesor y número de células de la dermis y la epidermis, como consecuencia de los cambios hormonales, se pierde hidratación y elasticidad. “El envejecimiento facial se acelera por la pérdida de grasa subcutánea y la reabsorción ósea, y se pierde volumen en áreas concretas como los pómulos o surcos nasogenianos”, mantiene el doctor Ortiz.
Para disimular las arrugas existen tratamientos con toxina botulínica o ácido hialurónico, pero recuerde que “pese a que hay personas que quieren aparentar varios años menos, debemos siempre conservar la belleza emocional del rostro”, concluye el doctor Belhaouari.