De peregrinación por ese camino de siglos repleto de pasos de hombres y mujeres que los han hecho desde sus diversos orígenes, de todas las nacionalidades, que buscan al final del mismo en la Catedral del Apóstol Santiago la conmutación celestial de sus pecados y el perdón espiritual y el futuro de la vida eterna.
Camino para la reflexión de los dos líderes sobre los errores cometidos a lo largo de los años, sobre las consecuencias de sus políticas económicas, esas fórmulas neoliberales que tan solo tienen como objetivo el aumento de los beneficios siempre de los mismos, del gran poder económico internacional. Ese que con sus grupos de presión sobre los gobernantes les impone las directrices a seguir. Sin mirar las consecuencias que tienen sobre el común de los mortales, sí, las que los ciudadanos de a pie sufrimos en nuestras espaldas a diario, esas que tienen al personal tan cabreado.
O será ese breve paseo algo muy previamente programado y meditado. Que sí, que hace ya hace varios días que los alemanes y los españoles están planificando el encuentro hasta en sus más mínimos detalles. Que no se parecerá en nada a los de cualquiera de los peregrinos de siempre del Camino. Es posible, o no tanto, que les preparen el mejor trazado del mismo, nunca aquellos de los que la gente se queja de su mal estado. Sí el que se muestre más seguro en todos los aspectos, del que hayan eliminado hasta las piedras más molestas; seguramente el asfaltado. El que quedará muy bien en las imágenes que todos veamos.
Tal vez Ángela Merkel haya visto la luz, obligada por sus pactos alemanes para seguir gobernando, a dar un giro en su política, volviéndola más humana. Llegue a Galicia dispuesta a darle a Mariano Rajoy instrucciones más directas, por eso de que la tan cacareada recuperación económica no termina de dar los resultados esperados.
Por mucho que sus encuestas pretendan hacernos creer lo contrario. Algo que a todas luces es imposible, que no cuadra ni en las cuentas de cualquier estudiante de segundo de la ESO. No se puede recuperar una economía que recorta brutales en sueldos, mermando nuestros ingresos. Obligándonos directamente a consumir menos, a los ahorros cada día más menguados. A hacer frente a más impuestos, a más gastos.
Sus datos macroeconómicos no son más que fuegos de artificio, intentando levantarnos inútilmente la moral, cuando no hay forma de ver resultados tangibles en nuestros bolsillos. ¿Cómo pretenden tal disparate? Con un paro juvenil superior al 50 por ciento, con contratos basura con menos derechos, reconvertidos en esa modalidad moderna que se ha inventado, de parciales, minijobs, o como quieran llamar, lo que antes eran fijos, esos que parecen molestar tanto a los neoliberales.
Como si los currantes de a pie fuéramos los verdaderos culpables de sus políticas de mercado mundial de ladrones de cuello blanco. Que sí, que nosotros nunca entramos en ese juego multimillonario de las bolsas internacionales, de ese mercadeo frío de los mismos de toda la vida que solo buscan enriquecerse rápidamente. Pero a costa de engañar hasta la saciedad a los ahorradores honrados que se dejaron llevar por los consejos de aquellos a los que consideraban más expertos en esos temas.
Claro que también queda la posibilidad de aprovechar el encuentro para seguirle haciendo concesiones a la Merkel a cambio de cargos políticos cómodos en esa cosa tan lejana, y tan cercana al mismo tiempo, que se llama Comunidad Económica Europea, o como quieran llamarlo. Que hay mucha gente con la mosca detrás de la oreja por este original encuentro.
No me creo yo que Ángela Merkel se haya caído de pronto del caballo y haya decidido simplemente hacer el Camino de Santiago a título personal, y aprovechando que el gallego veranea en su tierra natal, este quiera hacerle de guía por si tropieza.
De todos modos no tardaremos mucho en saber y ser conscientes de los resultados de este encuentro-paseo. Que se presume un Otoño movido a nivel mundial, mucho más de lo que ya está por las políticas esas de los vetos y las condenas internacionales más o menos interesados. Veremos.
Julio Gómez Tranche