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REPORTAJE
Astorga, paso obligado para romanos, peregrinos y arrieros
El Museo de los Caminos, ubicado en el Palacio Episcopal de Gaudí, muestra obras de arte de la diócesis relacionadas con la ruta jacobea y con otros itinerarios históricos
E.P.P.
20/02/2010 (11:48 horas)
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“Astorga siempre ha sido un cruce de caminos: en la época romana pasaban por aquí ocho vías distintas; después el Camino de Santiago, que atraviesa la diócesis de punta a cabo, y también era un lugar de paso de las rutas arrieras que hacían los maragatos”, apunta el director del Museo de los Caminos de Astorga, José Fernández Pérez, quien explica que el centro trata de aglutinar todos esos itinerarios físicos junto a otros “espirituales”, como “los caminos del arte y los de la devoción religiosa”.

El museo, ubicado en el Palacio Episcopal obra de Gaudí, abrió sus puertas en 1964 coincidiendo con la aprobación de la nueva liturgia eucarística que realizó el Concilio Vaticano II, que establecía que los sacerdotes oficiaran las misas de cara a los fieles, lo que obligó a quitar de numerosas iglesias altares laterales y adosados a los retablos. “Se encontraron muchas obras que no se sabía que existían, como esculturas románicas que se habían guardado cuando empezó a llevarse el gótico”, rememora Fernández, quien añade que en aquel momento el Obispado decidió recoger todas esas piezas, algunas tras comprarlas y otras en depósito porque las parroquias propietarias no podían hacerse cargo de su conservación.

El Museo de los Caminos ha dedicado una sala de su primera planta, el Provisorato, a la exposición de las obras de arte relacionadas con el Camino de Santiago procedentes de las parroquias de la diócesis de Astorga, que comprende cerca de mil núcleos de población de las provincias de León, Zamora y Orense. “Tenemos piezas desde el siglo XII, casi desde el comienzo de las peregrinaciones masivas a Santiago en la Edad Media”, resalta el director del centro.

Una de las piezas más importantes es un ‘Santiago Peregrino leyendo’, una escultura anónima realizada en el primer tercio del siglo XVI en madera policromada, procedente de la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de Turia y que algunos expertos atribuyen a Alejo de Bahía. Pese a las huellas que ha dejado la carcoma en la figura, que fue restaurada y rellenada en gran parte con resinas especiales, la expresión del apóstol y sus finos ropajes llaman la atención a todos los que visitan el palacio.

Además, está ubicada debajo de la mítica Cruz de Ferro del puerto de Foncebadón, donde en estos momentos se encuentra una réplica al pie de cuya base todos los peregrinos dejan una piedra para pedir protección en su camino siguiendo una tradición secular.

Asimismo, sorprende al visitante otra escultura del apóstol viajero, montado sobre una especie de burro, una obra anónima del siglo XVIII también en madera policromada, además de dos vistosos ‘Santiagos Matamoros’ que se encontraban en las iglesias de las localidades zamoranas de Porto de Sanabria y San Martín de Tábara.

El recorrido por el Camino se completa con varias esculturas del apóstol representado como peregrino u orante, cruces procesionales de plata (una de ellas también adornada con un ‘Santiago Matamoros’), cuadros, diversa documentación (libros, facsímiles, mapas, etc.), rosarios, conchas de peregrino, un collar de abadesa y azabaches de artesanos compostelanos, monedas y sellos, portaviáticas, etc.

Junto a estas piezas relacionadas con la ruta jacobea, el Museo de los Caminos muestra otro tipo de obras de gran valor artístico, como abundantes tallas románicas, entre las que destaca el ‘Crucificado’ de Poibueno, realizado por Gregorio Español, y una amplia colección de cruces procesionales en plata y plata sobredorada, cuya pieza más importante es la Cruz del Santuario de Castrotierra de la Valduerna, cuyo Cristo se atribuye a Miguel Ángel.

Vista exterior del Palacio Episcopal y Museo de los Caminos en Astorga. (Miriam Chacón)

La impronta de Gaudí

Aunque, sin duda, el principal atractivo del museo es el Palacio Episcopal en el que está ubicado y que nunca fue utilizado para ese fin. Diseñado por Antonio Gaudí, el propio arquitecto dirigió las obras durante cuatro años hasta 1889, pero las abandonó sin que la última planta estuviera acabada. Tras diez de paralización, el arquitecto Ricardo García Guereta se encargó de finalizar la edificación.

“No se conservan planos de cómo lo quería rematar Gaudí, pero sí se sabe que García Guereta cambió el tejado que estaba previsto por otro más sencillo”, explica el director del centro, quien se lamenta del mal estado de conservación de esta joya arquitectónica. “Tenemos muchas humedades que, según un estudio realizado recientemente, costaría varios millones de euros reparar, además de una grieta visible en el exterior”, apostilla.

Pese a estas dificultades, el Museo de los Caminos no ha dejado de acoger visitantes en sus 46 años de historia. Fernández explica que en su primer año de funcionamiento, el Jacobeo de 1964, lo recorrieron 15.000 personas y en el último Año Santo, 2004, estuvieron viendo las obras de arte del edificio 81.900 personas. Desde entonces, las visitas han oscilado entre las 68.000 de 2005 y las 93.000 de 2007, impulsadas por la celebración de Las Edades del Hombre en Ponferrada.

El director del museo confía en que este año se alcancen cifras similares, aunque no espera sobrepasar el récord de 101.700 visitantes de 1999 “por la crisis”. “Habitualmente no vienen muchos peregrinos porque suelen ver los monumentos por fuera, lo que más tenemos son turistas, que esperamos incrementar este año porque para ganar el Jubileo no es necesario realizar el Camino a pie, en bici o en caballo, sólo hay que ir a Santiago de Compostela y hacer las oraciones”, añade.   

Escultura de Santiago a caballo en el Museo de Los Caminos. (Miriam Chacón)

Objetos en sala de motivos jacobeos del Museo de Los Caminos. (Miriam Chacón)

Cristo Crucificado obra de Gregorio Español. (Miriam Chacón)

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