Reportajes
REPORTAJE
Amantes del piñón fijo
Se extiende una nueva moda urbana de bicicletas sin frenos, personalizadas y customizadas, que recuerdan a las de nuestros abuelos
L. Sierra
18/05/2013 (14:48 horas)
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Son jóvenes, amantes de la naturaleza, de su tiempo libre y de los retos, y comparten una pasión por las bicicletas más convencionales, aquellas que nacieron sin frenos. Los seguidores de esta nueva moda urbana, que comienza a implantarse en pequeñas ciudades de provincia, reconocen que el mundo de las ‘fixies’ o bicicletas de piñón fijo y sin frenos es algo más que la utilización de un medio de transporte. Reconocen que se trata de un modo de vida que está cambiando el paisaje de capitales como Burgos, en la que cada vez es más frecuente apreciar estos atrevidos modelos de bicicleta en los que el color y la ausencia de frenos son las notas predominantes.

Dioni, de 32 años, puede sentirse orgulloso de haber introducido la moda ‘fixie’ en la capital burgalesa. “Me robaron dos veces la bicicleta, una de paseo y otra BMX, y pensé en coger la bicicleta más sencilla que hubiera en el mercado para que nadie tuviese tentaciones de robármela”, confiesa en declaraciones a Ical. Fue así como este joven burgalés se las ingenió para arreglar una vieja bici de carretera a la que desvistió de los cambios y los frenos hasta dejarla como una bicicleta de piñón fijo.

La moda ‘fixie’ o bicis sin frenos tiene su origen en aquellas bicicletas de piñón fijo creadas en el siglo XIX. Para hablar de estos modelos sin frenos hay que remontarse hasta el Nueva York de mediados de los años 70, cuando los carteros de la ciudad americana decidieron desprenderse de los cambios y frenos de sus bicicletas con el ánimo de aminorar los costes de mantenimiento de su medio de transporte. “Se dieron cuenta de que las reparaciones de una bici de este tipo se podían hacer al instante y no costaban dinero”, destaca Dioni.

Cuarenta años después de aquella primera experiencia, esta nueva cultura urbana llega en pleno siglo XXI a las grandes capitales españoles y desde hace algún tiempo a ciudades como Burgos. “Hasta no hace mucho hemos sido tres o cuatro y ahora ya somos más”, destaca este joven burgalés, quien tiene en cuenta que en el que gane o no adeptos “tiene mucho que ver que son bicicletas que entran por los ojos”.

La simplicidad y la ligereza son las notas predominantes de un modelo de bicicleta cada vez más arraigado dentro del paradigma urbano. Cada vez son más las personas que se decantan por una solución simple y eficaz como el piñón fijo que, debido a la ausencia de un sistema de frenado, obliga a que el mismo se realice con el movimiento del ciclista, algo no siempre fácil. “Tienes tú con tus piernas que bloquear la rueda trasera o detener esa inercia que genera la rueda hacia los pedales”, explica el dueño de la única tienda especializada en estos modelos de bicicleta de Burgos.

Nueva moda urbana de bicicletas de piñón fijo o fixed. (Foto: R. Ordóñez)

Poco convencional

Los amantes de la moda ‘fixed gear’ parten de una sola velocidad, una transmisión directa y solidaria entre plato, una cadena y un piñón. Atributos que conforman una bicicleta que condiciona a quien la dirige a tener las piernas en movimiento de manera continua mientras se desplaza, controlando la tracción de sus propias extremidades. Para ello, han de hacer fuerza con el ánimo de añadir velocidad de forma progresiva o para frenar de golpe. Todo depende del cuerpo del ciclista porque con una ‘fixie’ se puede hasta ir marcha atrás.

Dominado el arte de montar, los dueños de estas singulares bicicletas customizan las mismas para adaptarlas a sus gustos. Es la segunda etapa de esta moda y la que primero entra por los ojos. Longitud de bielas, forma del manillar, geometría del cuadro y colores hasta conseguir un vehículo a la medida y el gusto de quien ha de montarse en él.

Pablo Noguero, de 15 años, representa a una generación de adolescentes pirrados por estas bicicletas. En su caso, fue Internet quien le descubrió este singular mundo ciclista. “Vi un vídeo para ver cómo se hacía y me di cuenta de que era una forma barata de tener una bicicleta”, explica. Pronto se dio cuenta de que con un cuadro horizontal era posible crear una bicicleta como las de aquel vídeo. “Hay que tener cuenta que son personales, cada uno tiene su bici y se hace con los colores y dibujos que quiera”, asevera Pablo.

Conseguir un aparato de estas características está al alcance de todos. Los precios de un buje convencional (la parte más básica de la bicicleta) parten de los 20 euros-50 euros hasta los 200 según los tipos. Aunque, como en todo, existen modelos ‘fixie’ de gran clase que, debido a sus materiales, pueden hacer que el precio se dispare hasta los 3.000 euros.

Cultura urbana

La moda de las bicicletas de piñón fijo ha conformado una cultura urbana por toda Europa y otras ciudades del mundo que ha llevado a la celebración de carreras urbanas o a la utilización de estos modelos para deportes como el polo. Una de las citas más singulares es la que se desarrolla en algunos bares o pubs, donde tienen lugar competiciones emulando las que se celebran en la pista. “Normalmente estas carreras se realizan en los bares porque la gente sale de fiesta con ellas”, apostilla Dioni, quien explica que es muy habitual salir a tomar algo con tu bici porque “no tienes que aparcar y la metes en el bar”.

En este sentido, recuerda que en algunas ciudades ya hay espacios de ocio y copas para personas que salen con su bicicleta. Algo que, lamenta, no ocurre en muchas ciudades de España donde cree que “falta cultura de bici” y una sensibilización hacia aquellas personas que se desplazan en un medio que entiende como “más saludable y cero contaminante”.

Coincidiendo con el Día de la Bicicleta, que se celebra mañana domingo, aquellos que hacen de la bici un medio de transporte coinciden en que inseguridad y la falta de respeto hacia los que se desplazan en ellas constituyen las principales carencias de una sociedad que tiene mucho que aprender de otras ciudades europeas. “Todavía no hay igualdad entre ciclistas y conductores pese a que los ciclistas, en caso de accidente, tenemos todas las de perder”, incide Dioni, quien lamenta que los diseños de aparcabicis o carriles-bici se llevan a cabo por “personas que no tienen ni idea del mundo ciclista”, lo que supone un peligro para quienes se desplazan por ellos.
 

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