Borrar
Toro y guirrio juegan y bailan con una muchacha.
Velilla, un atruejo donde la tradición es costumbre

Velilla, un atruejo donde la tradición es costumbre

Guirrios, zamarones, vejigueros se dan cita en una celebración de lo pagano que enamora a propios y extraños

leonoticias

Lunes, 27 de febrero 2017, 10:13

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El sentido o significado del Antruejo de Velilla transciende del ámbito meramente folklórico. Y es que, para intentar hacer una interpretación de lo que uno tiene ante los ojos, hay que remontarse a tiempos prerromanos e incluso épocas más prehistóricas.

Ritos mágicos de culto, caza y fertilidad que en su mayoría fueron rechazados como paganos cuando el cristianismo cobró el protagonismo de la Historia. De hecho, sólo algunos de estos ritos, estando tan arraigados en la cultura de los pueblos, consiguieron sobrevivir. Es entonces cuando se produjo una adaptación del ritual cristiano al hecho pagano.

Hoy el Antruejo de Velilla conserva muchos de estos valores propios del mundo primitivo: ritos de fertilidad de la tierra y de la mujer en actos como 'la conducción del arado y la siembra de cernada', o en los pases que el Guirrio efectúa a las mozas por encima de las astas del toro. Se trata de un culto al animal en la simulación de 'los toros', una honra al fuego expresado en la gran hoguera que los mozos, en deseo de purificación, han de saltar y entorno a la cual se desarrolla el cante y el baile hasta altas horas de la noche.

Sin embargo, de estos ritos y creencias que han subsistido hasta nuestros días, unos se han convertido en símbolos y otros se han reducido a juegos; lo que podían tener de pagano queda muy diluido y dejan de ofrecer interés para el sector de la sociedad que más los había conservado.

Cuenta también este Antruejo con personajes de gran arcaísmo y profunda significación: Guirrios, zamarones, vejigueros, la máscara, la gomia, el oso, la mula, y algunos otros. Dispone asimismo de los elementos más comunes del carnaval rural tradicional: antruejos, representaciones agrícolas, parodias religiosas y todo ese espíritu bullarguero que encierran actos como la cachiporrada, el encisnao, la cencerrada, el testamenteo del burro y las comedias o discursos en las que el glosador local expresa, con gracia e ingenio, los más recientes acontecimientos del pueblo, contados de forma tal que la risa y el regocijo de la concurrencia brotan espontánea y estrepitosamente; y en general, un sinfín de bromas sencillas que sólo se entienden en una sociedad rural menos consumista y en una época en la que los medios de comunicación no habían penetrado tan masivamente.

A todo esto hay a añadir el baile popular de jotas, brincaos, titos, el agarrao y demás, con pandereta más antiguamente y luego con dulzaina y tamboril; y como no, el traje regional, porque el manteo y el pañuelo del ramo visten los días grandes de fiesta.

Así pues, en el Antruejo rural se sintetizan y aúnan infinidad de elementos: la herencia de rancias tradiciones asociadas al ritual cristiano, enriquecidas por personajes y costumbres ancestrales y empapada de 'lo popular' ha formado un todo unitario incapaz de distinguir ni el orden cronológico, ni siquiera el sentido que dio origen al carácter lúdico con que hoy se celebra. No se trata solamente de supervivencias a las que haya que buscar un fondo único y común, sino que también han tenido mucho que ver las intenciones de los grupos sociales por los que ha pasado a lo largo de la historia y como no, la monotonía en el tiempo y en el espacio.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios