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Marc Márquez, pilotando.
«Cuando llegué a MotoGP criticaron mi estilo, pero ahora muchos me han seguido»
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«Cuando llegué a MotoGP criticaron mi estilo, pero ahora muchos me han seguido»

Marc Márquez defiende su agresividad en un reportaje del New York Times, y asegura que «si fuera sólo velocidad, sin contacto, todos seríamos amigos»

colpisa

Martes, 7 de febrero 2017, 20:09

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Si alguien es capaz de llevar el motociclismo a las páginas del New York Times, ese es Marc Márquez. El diario estadounidense, uno de los más prestigiosos del mundo, ha dedicado un extenso reportaje al piloto de Cervera, tricampeón del mundo de MotoGP (ganó también un Mundial de 125cc y otro de Moto2) con sólo 23 años. La gran mayoría sobre ruedas.

Márquez se ha convertido, desde que debutara en 2013 en la categoría reina, en una leyenda del motociclismo. Le queda toda una carrera por delante para superar los nueve Mundiales (siete en MotoGP) de su ídolo, Valentino Rossi, porque no tiene intención de retirarse antes de tiempo. «Si me quitas la moto, te llevas la mitad de mi vida», asegura.

Una de las claves del éxito de Márquez en los circuitos es su agresividad sobre el asfalto, su afán por luchar siempre hasta el final, con todas las consecuencias. Sin embargo, esta actitud sobre la moto le ha granjeado 'enemigos', como el propio Rossi. El piloto ilerdense se defiende de las acusaciones: «Cuando llegué a MotoGP, hubo críticas de que era demasiado agresivo y que tomaba demasiados riesgos, pero ahora vemos que otros me han seguido».

Márquez entiende que su estilo no sólo es compatible con el motociclismo, sino que además es idóneo para que exista una verdadera competitividad. «Si esto fuera sólo velocidad, sin contacto, estoy seguro de que todos seríamos amigos», comenta el piloto.

Un piloto de casa

Lejos de los lujos y los excesos, Márquez es, ante todo, un piloto de casa. «Entiendo que otros pilotos quieran pasar el invierno en lugares como las Maldivas, pero es aquí, en Cervera, donde siempre he estado y donde realmente quiero estar», asegura.

En la localidad ilerdense siguen esperándoles, a él y a su hermano Álex -campeón del mundo de Moto3- sus padres, su pandilla de siempre y una casa que se ha convertido con el paso de los años en un museo del motociclismo: «Por supuesto que mi vida no es exactamente como solía, pero si echas un vistazo a mi entorno, el cambio ha sido cero. Y aquí puedo entrenar también con mi mejor amigo, que es mi hermano». Palabra de leyenda.

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