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Sampaoli, durante el Sevilla-Real Madrid.
Sampaoli y la fe inquebrantable
jornada 18

Sampaoli y la fe inquebrantable

El Sevilla, que logra sus mejores números en Liga, ha logrado 11 de sus 39 puntos desde el minuto 80 de partido que iban igualados o perdiendo por un gol

miguel olmeda

Lunes, 16 de enero 2017, 19:13

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Es el Sevilla un equipo que hace honor a su himno en cada partido, por aquello de que nunca se rinde o por lo de que el arte de su fútbol no tiene rival. Y si no, que le pregunten al Real Madrid. O al Atlético, al Celta, a la Real Sociedad... Porque lo cierto es que lo que la cuadrilla de Jorge Sampaoli enseñó jueves y domingo en el Sánchez Pizjuán no fue fruto de la casualidad. Con los números en la mano, de hecho, se puede confirmar a este como el mejor Sevilla de la historia, una que ya va camino de los 112 años.

No hay que remontarse tantos, eso sí, para encontrar el mejor precedente a los registros actuales. Justo una década en realidad, en la temporada 2006-07, cuando Juande Ramos situó a La Giralda entre la 'jet-set': ese curso el Sevilla levantó una Copa del Rey, otra de la UEFA y una Supercopa de Europa, y tras 18 jornadas era líder de la Liga con 37 puntos. Ahora suma dos más, 39, que le valen para ocupar la segunda plaza y ser considerado candidato al título, una etiqueta que a su técnico no le pesa.

«Si jugamos como contra el Real Madrid en un futuro podremos competir en cualquier torneo», confesó Sampaoli después de empatar a tres frente al equipo de los récords, a quien 72 horas después privaría de continuar su racha gracias a los tantos de Sergio Ramos en propia meta y Stevan Jovetic. Unos goles que llegaron en el último tramo del partido, en esa franja que se ha convertido en coto privado del Sevilla; y es que lo largo de la actual campaña, el conjunto hispalense ha ganado 11 puntos entre el minuto 80 y el pitido final, más que nadie en esta Liga. Ni siquiera la supuesta 'flor' de Zinedine Zidane le puede hacer frente, pues el balance blanco en cuanto a puntos ganados/perdidos en ese periodo es de tres.

Calla a los críticos

Detrás del segundo puesto y los octavos de Champions se encuentra un hombre, Jorge Sampaoli, al que no siempre vieron con buenos ojos en la capital andaluza. El pasado mes de junio, cuando el Sevilla firmó al técnico argentino, no pocos periodistas y aficionados pusieron en entredicho su valía. Filósofo, gurú, vendehumo, kamikaze o plagiador de Bielsa fueron algunos de los calificativos que recibió el preparador de Cabilda antes siquiera de ponerse el chándal. Unas críticas que se acrecentaron cuando se conoció que Juanma Lillo, con el que había trabajado ya en Chile y que fue el maestro de Pep Guardiola, sería su asistente y que a día de hoy apenas se escuchan.

El paso de los meses ha consolidado a Sampaoli como el hombre de moda en Nervión gracias a su fútbol vistoso, con una presión asfixiante y una cascada de ocasiones en cada partido, pero que podría no haber cuajado de tal manera de no ser por los resultados iniciales. Las victorias en un primer tramo de temporada con más puntos que juego llenaron de confianza a una plantilla que se ha fiado a ciegas de su entrenador y que recoge ahora los frutos del trabajo.

Espacio al talento

Una de las máximas del técnico argentino es que la calidad nunca sobra en su equipo. Nasri, Vitolo, Franco Vázquez, Vietto, Sarabia, Ben Yedder, Correa, Kiyotake, Ganso, Jovetic... Pocos clubes en la Liga pueden presumir de contar con tanto talento bruto entre sus futbolistas como el Sevilla, y todos son, en mayor o menor medida, importantes en el engranaje hispalense. El mérito de Sampaoli está no sólo en tenerlos implicados, sino en haberlos recuperado para la causa bajo sus órdenes.

Son los casos de Samir Nasri, 'olvidado' en el Manchester City durante las últimas temporadas e indiscutible faro sevillista en esta, y de Stevan Jovetic. El delantero montenegrino apenas había disputado 67 minutos en el Inter de Milán hasta que el pasado martes llegó cedido al Pizjuán, y ahora, tras marcarle dos goles al Real Madrid, es el nuevo ídolo de una afición nervionense que ya sueña con la Liga.

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