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Imagen de Stamford Bridge antes del partido. EFE
No hay estadio capaz de apagar al Barcelona
Octavos | Ida

No hay estadio capaz de apagar al Barcelona

El frío no congeló el ambiente en Stamford Bridge, donde retumbaron los recuerdos de otras épocas

MANUEL SÁNCHEZ

Londres

Martes, 20 de febrero 2018, 22:53

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Aún faltaban diez minutos para que comenzase a rodar el balón en Stamford Bridge. El ‘speaker’ del estadio anunciaba las alineaciones de los equipos, micrófono en mano y desde el centro del campo. Primero, como es habitual, las del equipo visitante. Ter Stegen, decía, y respondían los 2.000 aficionados del Barcelona, gritando a una el nombre del portero alemán. Ubicados en el córner detrás de la portería en la que Andrés Iniesta marcó el gol cimentó la tercer Copa de Europa para los blaugranas. El famoso ‘Iniestazo’ que silenció la que este martes era una caldera desde por la tarde. Precisamente, el nombre del manchego fue el más que más retumbó cuando se anunció su posición en el once inicial.

Pero claro, a los 2.000 aficionados culés, pronto respondieron los más de 40.000 hinchas ‘blues’. En este caso, Eden Hazard es su Iniesta. No por algún hito histórico como aquel misil a la escuadra del de Albacete, si no porque es la piedra angular en la que se cimienta el proyecto de Roman Abramovich.

El frío, respetuoso para lo que es Londres no congeló el ambiente. Sonó Parklife, de Blur, y ‘Chelsea Dagger’, de The Fratellis, antes del himno, que arranca con la estrofa ‘Blue is the colour, football is the game’ (Azul es el color, fútbol es el juego) y acaba con todo el estadio coreando ‘Cause Chelsea, Chelsea is our name’ (Porque Chelsea, Chelsea es nuestro nombre).

Solo instantes antes de que pitase el árbitro el inicio, el himno del Barcelona arrancó en las gradas, y dejó el reposo de los que portaban banderas blaugranas, hasta que el Chelsea despertó del letargo con un disparo de Hazard que se marchó alto.

Los recuerdos de otras épocas retumbaban en los muros de Fulham. Didier Drogba y su gol en 2012, el escándalo de Ovrebo, el ya mencionado ‘Iniestazo’, la magia de Ronaldinho. Demasiadas sensaciones en un mismo rectángulo. Ernesto Valverde aseguró en la previa que esas rencillas no eran algo que pesase tanto en el equipo, pero la realidad no era que los jugadores lo tuvieran en mente, si no que eran los viejos fantasmas los que aún pululaban por el campo.

Por eso, cada córner del Chelsea se celebraba como una victoria y, por eso, era el Barcelona el que controlaba la posesión y el tempo. En el encuentro de 2012, última rencilla entre culés y ‘Blues’ en The Bridge, Pedro y Cesc Fàbregas, por entonces a las órdenes de Pep Guardiola, se estrellaron una y otra vez contra el muro de Petr Cech, con especial recuerdo para el balón al palo de Pedro en el último minuto, que pudo haber cambiado el curso de la historia y acabar con el Barcelona en aquella final de Múnich.

Ahora eran Pedro y Fàbregas los que corrían tras el balón. Los que veían recibir a Leo Messi en tres cuartos de cancha y sentían el miedo subir por sus cuerpos cuando Iniesta conducía en velocidad.

Ahora era Antonio Conte el que se desgañitaba en la banda pidiéndole a Pedro que apretase un poco más y lo diese todo por defender, pese a que todos menos Hazard defienden en campo propio la posesión del Barça, que en ocasiones superó el 81%.

Negaba con la cabeza Valverde cada vez que Willian se encontraba con el poste. El mayor enemigo de Messi esta temporada (con 17 encontronazos con la madera) se tornaba en aliado.

El Chelsea sacó a Eidur Gudjohnsen y Michael Ballack al descanso. No, no es esto una crónica de 2009. El club los llevó de invitados durante el paso por vestuarios, bien para honrar a los dos iconos ‘blues’ o bien para recordar por qué aquella imagen de Ballack corriendo detrás de Ovrebo, nunca sanará del todo.

Y el Barcelona sacó a Messi. Con el gol de Willian en el marcador, una desastrosa pérdida de la defensa ‘Blue’ permitió que Iniesta le devolviese el favor de 2009 al argentino. No fue por la escuadra el disparo del rosarino, pero la celebración no distó mucho de la de hace nueve años. Mismo córner y mismas sensaciones. El Barcelona sacó un resultado positivo del ‘Bridge’. Rematar lo que no consiguió en 2012 es una obligación. En tres semanas, Barça y Chelsea se reencontrarán en el Camp Nou. Esta vez, la ventaja juega en casa.

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