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Los futbolistas del Real Madrid 'mantean' a Zidane en el Bernabéu.
El madridismo se postra ante los reyes de Europa

El madridismo se postra ante los reyes de Europa

Las calles de la capital se tiñen de blanco para celebrar el histórico doblete de un equipo que va camino de convertirse en dinastía

Óscar Bellot

Domingo, 4 de junio 2017, 19:29

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Una fiesta a la altura de un equipo que está marcando época y que va camino de convertirse en una dinastía capaz casi de rivalizar con la que dominó Europa en los años cincuenta del siglo pasado comandada por Alfredo Di Stéfano. Trece días después de la contenida celebración por la consecución de la 33ª Liga del Real Madrid, la capital española volvió a teñirse de blanco para festejar, esta vez sin ningún tipo de ataduras, la 'duodécima', con la que se rubrica un año inmejorable para el madridismo al firmar un histórico doblete cuyo último antecedente databa de 1958 y que convirtió al club de Concha Espina en el primero que reedita 'orejona' por segunda campaña consecutiva desde la instauración del actual formato de la Liga de Campeones. Una hazaña para la entidad más laureada del planeta futbolístico que provocó una explosión de júbilo entre la parroquia blanca, solícita como siempre al encuentro con su plantel.

Miles de personas acompañaron a los pupilos de Zidane en el fulgurante periplo que se abrió y cerró en el Santiago Bernabéu y que tuvo como paradas la sede de la Comunidad de Madrid, la del Ayuntamiento y, por supuesto, el reencuentro con la Cibeles menos de dos semanas después de que Sergio Ramos adornase su cuello con una bufanda y Marcelo completase el atavío de la diosa con una bufanda del conjunto que le rinde pleitesía. Guión que el sevillano y el brasileño repitieron casi al milímetro este domingo en lo que fue el clímax de una tarde imborrable para los aficionados merengues.

Un enaltecimiento al rey de Europa que comenzaba con centenares de hinchas prorrumpiendo en aplausos para saludar la partida desde el coliseo blanco del autobús que había de trasladar a los exultantes futbolistas hasta el edificio de la Comunidad, primera parada del tour por una ciudad en la que el cielo encapotado del mediodía dejó paso a un sol radiante que avivaba el brillo de los héroes de Cardiff. Allí les aguardaba la merengue Cristina Cifuentes, que les entregó una placa hecha en plata y que recibió a cambio una réplica del trofeo logrado en Gales y dos camisetas. «Esta duodécima Copa de Europa simboliza gran parte de nuestra identidad», manifestó el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, que lo tradujo en «la búsqueda permanente de algo imposible» y la constatación de que «este escudo y esta camiseta no tienen límites». «Esta es la mejor plantilla del mundo y, al frente de ella, el mejor entrenador del mundo, Zinedine Zidane», remarcó el mandatario. «Hace dos semanas yo os dije que erais un equipo único y hoy lo sois más todavía», proclamó Cifuentes, que recalcó que el Real Madrid es de «otra galaxia».

Loas para la escuadra blanca tuvo también la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, quien recogió el testigo en la sede del consistorio para acoger al que describió como «un equipo de leyenda, el mejor equipo del mundo» y escuchar el relato que hizo Florentino Pérez de la «bella historia de amor» que mantiene el Real Madrid con la 'orejona'. Como Cifuentes, Carmena recibió una réplica de la Champions y dos elásticas, gesto que correspondió, como cuando ofició de anfitriona en el ofrecimiento de la Liga, con medallas de chocolate para el plantel.

Pero el punto álgido llegó cuando el autobús llegó a Cibeles para que Sergio Ramos alzase la Copa delante de unos aficionados entregados al grito de «campeones, campeones» y, con la colaboración de Marcelo, ataviase a la diosa mientras se escuchaba el 'We are the champions' de Queen.

Un abarrotado Santiago Bernabéu acogió la traca final, recibiendo encandilado a los reyes de Europa, un equipo de leyenda que ha acostumbrado a sus aficionados a días de gloria que, sin embargo, no aminoran la avidez del encuentro con los astros a los que idolatran.

«Este equipo ha creído desde el primer momento y con trabajo, humildad y esfuerzo hemos recogido los frutos», proclamó allí un Sergio Ramos que se ciñó una corona antes de levantar, una vez más, la duodécima y dar paso «al gran Zinedine Zidane». «Habéis hecho un año espectacular, pero gracias a vosotros porque habéis creído desde el principio en nosotros», manifestó el preparador, manteado por unos jugadores que crecieron soñando con emular algún día su impresionante volea en Glasgow que selló la 'novena' y que se han convertido en una familia desde su desembarco en el banquillo en la que él oficia como padre cariñoso. «Cristiano, Balón de Oro, Balón de Oro, Cristiano, Balón de Oro», vociferó micrófono en mano el 7, atendiendo las plegarías de un respetable que acababa de escuchar su celebérrimo «Siuuuu».

Y así, mientras los videomarcadores repasaban las gestas del Madrid y los fuegos artificiales escalaban hacia el cielo de la capital, culminaban los festejos de la 'duodécima' abrochada en Cardiff. A partir de ahora la mente está ya en Kiev, donde el madridismo ambiciona amarrar la 'decimotercera' en la próxima final de la Champions.

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