El Atlético más frágil

Un bloque, un equipo casi granítico o una muralla infranqueable. Todos los calificativos que acostumbran a definir el fútbol del Atlético de Madrid desaparecieron por completo en la primera mitad de las semifinales de Champions. Los hombres del Cholo llegaron al duelo ante el eterno rival con apenas cuatro goles encajados en los anteriores diez partidos de la competición, 27 en los 46 que había disputado en la máxima competición continental desde que Diego Pablo Simeone aterrizó en el banquillo rojiblanco para revertir la historia. Ese ADN no se vio en el Bernabéu.

No se vio porque en la primera mitad el equipo de Simeone se vio desestabilizado ante el vendaval del Real Madrid. Tanto es así, que Jan Oblak pasó a ser protagonista una vez más ante los blancos. El meta esloveno fue un auténtico bastión en la primera mitad, detuvo cinco de los seis remates de gol que realizó el conjunto de Zidane entre los tres palos, desde la semifinal del pasado año no disparaban tanto a los rojiblancos.

Tras la reanudación el equipo mejoró y consiguió placar la hemorragia. Fue un espejismo. Dos errores en los que a los del Cholo les faltó contundencia permitieron que el Real Madrid prácticamente matara la eliminatoria. Ni Godín, ni Filipe acertaron a despejar en el segundo, ni estuvieron bien colocados en el tercero. Cristiano Ronaldo liquidó a un Atlético que cambió de piel.