Borrar
Cristiano Ronaldo celebra la victoria de su selección.
La inimaginable noche de Cristiano

La inimaginable noche de Cristiano

El astro portugués abandonó desolado y en camilla el partido cumbre de su carrera, pero al final lloró también de alegría

Ignacio Tylko

Domingo, 10 de julio 2016, 23:47

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Con sólo 19 años, Cristiano Ronaldo lloró de rabia cuando Grecia le arrebató a Portugal su Eurocopa en 2004, fruto de un gol de Angelos Charisteas en Da Luz. Fue un golpe duro para un joven que ya iba a para estrella mundial por su físico portentoso y su ambición desmedida. Pero se interpretó como un zarpazo de esos que da la vida y acelera el proceso de maduración de un jugador. Dicen, y con razón, que el ser humano aprende más de las desgracias que de las celebraciones.

"Espero que el domingo vuelvan a verme llorar, pero esta vez de alegría". Cuando al astro de Madeira dejó este titular el miércoles en Lyon, tras descerrajar con un cabezazo enorme a los galeses en la primera semifinal, no podría imaginar que el destino le deparase la noche más extraña e inimaginable de su carrera.

Cristiano dejó la primera gran imagen de la final del Stade de France al salir retirado en camilla, después de apenas 25 minutos de juego, por decir algo. El madridista no había llegado bien a la Eurocopa, pero fue de menos a más a medida que batía plusmarcas. Y se encontraba anoche en el momento cumbre de su carrera, a un paso de conquistar el primer título con su país, en el día que más podría emocionarle de su vida deportiva. "He conseguido muchas marcas personales, pero eso ahora no me interesa. Sólo quiero ser campeón con Portugal", insistía antes de la gran cita de Saint-Denis en una entrevista a la UEFA.

La ilusión parecía rota a los ocho minutos. En ese instante, y en una zona del campo de poca influencia, pugnó por un balón con el francés Dimitri Payet y se quedó tendido sobre el césped. La entrada pareció involuntaria, pero el golpe fue rodilla contra rodilla. Fue atendido dentro y fuera del campo y regresó al campo de batalla, abucheado por quienes interpretaron que trataba de frenar la fuerte salida de los anfitriones. Pero ya no paró de tocarse su articulación izquierda.

A los 16 minutos, de nuevo se tiró al verde. Sus compañeros le animaban mientras una molesta polilla se le depositaba en la ceja. Fernando Santos ordenó calentar a Ricardo Quaresma, pero no se produjo aún el cambio. A Cristiano le realizaron un vendaje de emergencia y, tras dejar a las 'Quinas' con un hombre menos durante cuatro minutos, regresó a la final.

No quería perderse tan señalado duelo por nada del mundo, pero su rodilla había dicho basta. Ni saltar, ni golpear, ni acelerar, y no digamos ya tratar de desbordar. Hasta que volvió a irse al suelo. Lanzó el brazalete y sollozó. Le quedaba el consuelo de ver si sus compañeros firmaban una gesta sin él. Fernando Santos trató de animar a todos sus soldados, que habían entrado en estado de 'shock'. Tocaba actuar aún con más orgullo y sentido grupal. ¡Resistencia!

Cristiano apenas había tenido tiempo para tocar ocho balones y arengar y animar a sus colegas, tan nerviosos en el comienzo que perdían balón tras balón. Y a evidenciar que no estaba dispuesto a activarse tras pérdida, ni a realizar presión alta. Se había situado por el perfil izquierdo, cerca del área, para ver si le llegaba alguna y la rompía.

El portugués había llegado tenso al estadio. Se bajó del autobús con los cascos puestos, mascando chicle y con la mirada perdida. Sólo hizo un gesto de abrir los ojos cuando se vio enfocado por la cámara. Durante el calentamiento, más balón y remates que físico. Algunos estiramientos obligados, pero nada de forzar. Escuchó 'A Portuguesa', el emotivo himno de su país, con los ojos cerrados y quizá el vello de punta.

Roto por el dolor y la impotencia, Cristiano siguió en el banquillo y ejerció no ya de líder, sino de entrenador, cuando llegó la prórroga. Ya es campeón con su país. Y el portugués con más internacionalidades, el jugador que más partidos ha disputado en fases finales, el único que ha marcado en cuatro torneos continentales diferentes y la estrella que igualó las nueve dianas del francés Michel Platini, aunque en tres certámenes más. Éder hizo de sherpa y Cristiano coronó su Everest.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios