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Aucho Khalid y Takuto Yasuoka en el campo del OFK Belgrado
Emigrar al fútbol serbio, la ‘cara B’ del sueño europeo
internacional

Emigrar al fútbol serbio, la ‘cara B’ del sueño europeo

Es la decisión que toman centenares de futbolistas de África, Asia y América, que intentan entrar en las grandes ligas europeas por una puerta secundaria

Jovan Matic

Miércoles, 5 de abril 2017, 18:10

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El ugandés Aucho y el japonés Takuto calientan en el césped del viejo estadio del OFK Belgrado. Los dos están muy lejos de sus países, pero decidieron ir a una liga secundaria como la de Serbia para tratar de cumplir su sueño europeo de dar el salto a un gran club del Viejo Continente. Jugar en campeonatos secundarios o clubes para muchos desconocidos es la decisión que toman centenares de futbolistas de África, Asia y América, que intentan entrar en las grandes ligas europeas por una puerta secundaria, la del fútbol de Europa del Este.

Muchos ignoran las condiciones precarias que van a encontrar o los problemas que tienen ciertos equipos con los retrasos de los salarios. «Cuando dices que vas a jugar en el país de Branislav Ivanovic o de Nemanja Matic, piensan automáticamente que están tomando una buena decisión», afirma Mihajlo Todic, periodista y experto en el fútbol serbio. Desde la desintegración de Yugoslavia en los años 1990, la situación del fútbol en los Balcanes no deja de degradarse. Los clubes, que oficialmente nunca fueron privatizados y en los que en muchos casos no se conocen sus auténticos propietarios, están ahogados normalmente entre deudas.

Los gigantes de Belgrado, Partizán y Estrella Roja, tienen sus salas llenas de trofeos, pero más como un vestigio de la gloria pasada. El triunfo del Estrella Roja en la final de la Copa de Europa (actual Liga de Campeones) de 1991 es ya únicamente un recuerdo feliz, pero lejano. Los estadios están a menudo despoblados y en otras ocasiones la violencia de los hooligans es la protagonista. Grupos radicales de aficionados mantienen a menudo relaciones muy estrechas con organizaciones mafiosas o criminales. Recientemente, el sindicato mundial de futbolistas profesionales (FIFPro), pidió no aceptar ofertas de clubes serbios.

Alrededor de un 68% de los jugadores reciben sus salarios con retraso en el país y un 65% gana menos de 1.000 euros al mes, con un sueldo medio de 958 euros, según un estudio de FIFPro. «Doce de los dieciséis clubes de la primera división solo cuentan con licencias temporales», señaló FIFPro al principio de esta temporada. «Cuatro tienen prohibido fichar por sus deudas hacia entrenadores y jugadores», contó la organización al principio de la temporada.

La Federación Serbia de Fútbol (FSS), contactada por esta agencia, no deseó hacer comentarios al respecto. El Partizán y el Estrella Roja también optan por un perfil bajo. Los extranjeros tienen a menudo la ventaja de estar bajo la tutela de sus agentes. «El club no controla a sus jugadores desde hace tiempo, todo se paga por medio de los agentes», afirmó con garantía de anonimato un empleado del OFK Belgrado. El club permite jugar, el agente paga y «todos aceptan el juego», los futbolistas incluidos, ya que tienen la esperanza de continuar su periplo hacia campeonatos donde las cantidades sean mayores, explica Mihajlo Todic. «Los extranjeros están aquí como en una sala de espera», asegura.

Soñando con el Barcelona

Aucho Khalid, nacido hace 23 años en Kampala, la capital de Uganda, siguió los consejos del seleccionador de su país, Milutin Sredojevic, un técnico serbio especialista en pequeños equipos nacionales de África y Asia. Después de un paso infructuoso por el Aberdeen escocés, Aucho desembarcó en Serbia, en el Estrella Roja. «El seleccionador me dijo que eso me abriría oportunidades», confió. Pero, el principal club serbio le cedió al OFK Belgrado, donde jugó en su día el legendario Josip Skoblar, pero que ahora vaga por la segunda división. Aucho no se queja. Dice que sus compañeros le dieron una buena acogida y está seguro de que «la ocasión de jugar en un grande de Europa llegará».

Takuto Yasuoka, de 20 años, dejó su ciudad de Hyogo (Japón) hace dos años, convencido por un compatriota para acompañarle al fútbol de Montenegro, donde pasó por dos clubes antes de llegar a la vecina Serbia. «Las condiciones son buenas, pero me gustaría ir a un país en el que fueran mejores», dice con diplomacia. Aucho sueña con ir al Mánchester United, mientras Takuto querría jugar en un equipo de Londres o en el Barcelona. Mientras tanto, llevan la camiseta azul y blanca del OFK, en un viejo estadio en el que la grada sur se ha derrumbado.

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