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Aficionados de la Cultural, este domingo en el Reino de León.

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Aficionados de la Cultural, este domingo en el Reino de León. Peio García

Un partido brutal, una afición en éxtasis y el partido del siglo

10.000 aficionados en el Reino de León viven un intenso derbi en el que nadie se sintió indiferente |Remontó el Valladolid en dos ocasiones y la Cultural en una... pero vaya remontada

J.C. | D.G.

León

Domingo, 10 de septiembre 2017, 20:18

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El Reino, lleno de público, es otro estadio. De fuera hacia adentro la dimensión de un derbi en el 'coso' leonés dice mucho. Mucho más si, como era en esta ocasión, se trataba de un partido esperado durante cuatro largas décadas.

Los aficionados culturistas que vieron al equipo en la categoría de plata en el viejo 'Antonio Amilivia' se frotaban los ojos este domingo en la antesala de un partido de altura, de esos que resultan enormes para los apasionados de este deporte.

En el Reino había este domingo, color, calor y sentimiento. Color el que proporcionaban las aficiones de los dos equipos. Ganaba, de largo, la de la Cultural. De los más de 10.000 aficionados que acudieron al partido algo más de 9.000 eran leoneses.

Era un día para la bandera y la felicidad. Las primeras se le atragantaron a los hinchas del fondo sur. Fue una decisión policial y de seguridad al decidir que no se podían introducir banderolas con soportes.

La respuesta, muy de León, que algunos aficionados no entraron hasta pasado el minuto 15 en señal de protesta.

Y dentro del estadio, calor en la grada. A un lado y al otro. Y siempre, con la felicidad cambiando de bando como si de un partido de tenis de mesa se tratara. Primero en el local, luego del lado visitante tras errar Rodri un penalti, de nuevo en el lado visitante, regreso al local, vuelta al visitante, de nuevo al local.

Hubo momentos en los que habría sido recomendable comenzar a vender desfibriladores en el Reino de León porque el derbi, tremendo, regresó al estadio capitalino con una fuerza monumental.

La Cultural tiene lo que su entrenador le da, lo que sus jugadores se ganan sobre el terreno de juego, y el entrenador le da carácter y energía. Y los jugadores, corazón y fuerza. El resultado es que el equipo blanco es fiel a sus principios.

Y de ahí en adelante, todo lo que la afición se quería imaginar. Y en ese apartado entraba mucho: ha vuelto la Cultural, la de verdad, la grandeza de un equipo que nunca se rinde.

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