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Afición en el Reino de León.
La fe volvió al Reino

La fe volvió al Reino

León recupera las sensaciones tras años de sinsabores para llevar en volandas al equipo de la capital al lugar del que nunca debió marcharse

rubén fariñas

Lunes, 29 de mayo 2017, 14:46

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Y León volvió a creer. Y León volvió a cruzar el Bernesga. Y León volvió a ser culturalista. Todavía cuesta creer que el lleno en el Reino de León se empiece a convertir en costumbre, pero la realidad supera la ficción. Faltaba una hora y media para la batalla y los bombos ,las palmas y las voces ya sonaban en la ribera. La gente esperaba impaciente para acceder al recinto municipal y vivir una partido para la historia.

En el calentamiento, la parroquia leonesa ya arropaba a los suyos y, de paso, abroncaba la salida del filial azulgrana, el enemigo a batir que pondría al límite del infarto a más de uno. No faltaba nadie, no sobraba ningún asiento y, desde tierras qataríes, Xavi Hernández alcanzaba el palco del viejo Amilivia para partir su corazón entre su casa y su nueva vida. Cánticos, la ola y un mosaico. El escenario era magnífico, de día mágico, de cita con la historia. Solo se hizo el silencio un momento. Un tenor entonaba el himno de León mientras dos niños acudían al círculo central con globos y una bandera de la Cultural. Las palmas rugían, las gargantas se afinaban y con el pitido inicial el público alzaba sus bufandas al grito de 'alé, alé, alé Leonesa, alé, alé'.

Dani Romera avisó y ponía el 'uyy' en el graderío. Gallar encendía las revoluciones con la primera ocasión culturalista. La cuchara de Magín y las peñas, todas, desde Toribio hasta los rampantes, convertían por momentos en una caldera el Reino de León, y en ella se quería cocinar la gloria. En toda hazaña siempre hay un villano y este fue Alfaro. Su tiro cruzado, a la red y al corazón de los leoneses, sentó como un jarro de agua fría al equipo y a la afición. Pronto se recuperaron y volvieron a entonar el 'Cultural, Cultural', aún quedaba margen. La grada no lo veía claro y quería tirar del carro como nunca. Arengaba a los suyos y les trataba de llevar en volandas cuando los 'niños' del Barça apretaban las tuercas a la defensa blanca. Y se venía arriba el Reino con su equipo. La Cultural trenzaba una buena jugada y eso era suficiente para que las bufandas surcaran el aire de la capital leonesa.

Llegó entonces el minuto 65. Un minuto para la historia del club. Gallar llegaba al balón, el público le jaleaba, buscó al compañero, que era lo más complicado, y encontró a su amigo, a un hombre que escribe su nombre en letras de oro para León. Julen Colinas, no falló, batía a Varo y permitió el éxtasis del Reino, de la ciudad y de una provincia. La grada soñaba, 'León, León', rugían; y la ola volvía al coso para que el equipo se subiera a ella y alcanzara la plata.

Pero tantos sin sabores, tanto sufrimiento, tantas manifestaciones para salvar al club, merecían un final de fiesta de cuento y de ello se encargó Gallar. 'Gallar, no falla', como una premonición, era el grito de guerra. Y Gallar no fallÓ. Estaba hecho. La Cultural, 43 años después, volvía a la élite. 'A Segunda, oe', exprimía el Reino las gargantas. Los minutos pasaban, la meta ya se veía y el pitido del árbitro fue el punto final a la agonía de un club, a la desidia de una ciudad hacia unos colores, a las crónicas periodísticas narrando fracasos. Fue un pitido de gloria que llevó la locura a un Reino que no quiso irse a casa. León era la Cultural, la Cultural es de León y la vuelta al ruedo de los jugadores, esos héroes sin capa que han resucitado el alma de la 'Cultu' de antaño, era el sinónimo de que por fin tocó.

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