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Mikel, con cuatro goles, fue uno de los destacados en el cuadro leonés

Una losa difícil de levantar

El mal inicio de partido, en el que Ademar no supo frenar el ataque arandino ni penetrar su defensa, pesó para un conjunto marista que tiró de carácter en la segunda mitad

dani gonzález

Miércoles, 20 de abril 2016, 22:38

No bastó con el carácter y la garra. La losa del inicio de partido, unida a una gran tarde de Rangel, ocasionó que Ademar cayera derrota ante Villa de Aranda por 34-30. La defensa leonesa tardó mucho en poder detener a la burgalesa y eso acabó pesando y costando dos puntos.

No era el Ademar del pasado sábado. Desde el inicio se vio una diferencia notable entre la salida en Aranda y la del Palacio, también condicionada por un Jacobo Cuétara que había estudiado bien los puntos débiles maristas. El primer paso era frenar al confiado ataque leonés, y para ello Aranda preparó una intensa y agresiva defensa que dejó sin aire a la primera línea de Rafa Guijosa. Las conexiones con el pivote fallaban y Piñeiro, en ataque, estuvo prácticamente inédito.

El segundo paso era hacer daño a la defensa de Ademar y encontrar un resquicio en esa sólida muralla en torno a Cupara. Los cruces en la primera línea ribereña, la movilidad de sus laterales y la electricidad de Oswaldo cortocircuitaron la zaga leonesa. El resultado fue que los hombres de Guijosa fueron siempre por detrás en el marcador. Y cuando en el cuadro leonés falla la defensa, toda la maquinaría deja de estar engrasada.

Bloqueo en las dos áreas

El ataque, atascado sin poder encontrar la solución del pivote, hacía aguas. Durante seis minutos estuvieron sin anotar mientras Aranda elevaba su renta hasta los cinco goles. Cupara, que no tenía su día, solo tocó un balón en los quince minutos que estuvo en la cancha hasta que Biosca le sustituyó. No tuvo un acierto mucho mayor el catalán, que sí paró algún lanzamiento más.

Todo estaba saliendo de cara para un Aranda al que el viento le soplaba por su espalda mientras que las ráfagas azotaban la cara leonesa. Los tiros que no solían entrar sí lo hacían si el lanzador vestía de amarillo y tocaban el palo si el lanzamiento era de uno de negro. La precipitación y la mala toma de decisiones estaba siendo clave para que la renta local llegase a los seis tantos.

Atisbo de remontada

Pero este equipo no conoce la palabra capitular, por lo que no bajó los brazos. Guijosa pidió un tiempo muerto en el minuto 20 con un claro mensaje: vamos a remontar esto poco a poco, sin obsesionarnos. La suerte abandonó el bando arandino, que falló varios disparos claros y en ataque, liderados por un inspirado Juanjo Fernández, Ademar buscó la remontada con varios cambios, como el doble pivote en un par de jugadas. Se colocó a tres goles, pero en el tramo final de la primera parte volvió a gripar para quedarse con el 17-12 del descanso.

En la reanudación, el espíritu del equipo seguía intacto. La garra y el coraje que define al Ademar saltó a la pista con los jugadores y se plasmó en un parcial 1-5 de inicio que colocó a los leoneses a un solo gol de Aranda. El partido se rompió y pasó a ser un toma y daca entre ambos conjuntos.

Otra vez, y haciendo ella goma, como se dice en el mundo del ciclismo, el Ademar volvió a alejarse. Una mala racha en ataque colocó a Aranda cuatro goles arriba con un parcial 1-4. Pero volvió a resurgir, por enésima vez. Dos contraataques transformados por Carrillo colocaron a los leoneses a solo un gol a falta de diez minutos. Había partido.

El partido entró en una fase en la que hubo dos detalles a destacar. El primero es que ambos utilizaron el doble pivote en ataque, el segundo es el acierto de los dos porteros, que congeló durante unos instantes el marcador.

El sueño no se cumple

El Ademar tuvo la oportunidad de empatar. Un paradón de Cupara, que volvió a la portería en la segunda mitad, ocasionó un contraataque que finalizó Mario López, pero Rangel, una vez más, se hizo grande. Villa de Aranda, a falta de cuatro minutos, estaba dos goles por encima.

La corriente volvía a soplar a favor de Aranda. Los burgaleses dieron un paso de gigante hacia la victoria con un siete metros de Carrillo que Rangel detuvo. El meta de los burgaleses fue uno de los grandes protagonistas del inicio del partido y quería repetir en el tramo final. Así fue, con tres paradas en los últimos cinco minutos, evitó que Ademar pudiese acercarse en el marcador y que los suyos ampliasen la renta hasta los cuatro goles.

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