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Salvador Gutiérrez, frente a la obra de María Blanchard.
Cubismo en femenino

Cubismo en femenino

Salvador Gutiérrez, el académico de la RAE, protagoniza la cuarta visita guiada a ‘Bajo el signo de Picasso’, un «festividad del arte y un gran acontecimiento para León» | Su atención la acapara una obra de la cántabra María Blanchard, «una de las pocas mujeres en un momento copado por hombres»

a. cubillas

Viernes, 11 de noviembre 2016, 19:24

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Es una festividad del arte. Al menos es el pensamiento que invade a Salvador Gutiérrez mientras recorre la exposición Bajo el signo de Picasso. Con ojos de niño, con la admiración que un artista mira a otro, el académico de la RAE observa con detenimiento cada una de las 38 obras que componen esta muestra.

Tras sus 'colegas' Ramón Villa, Alfonso Adolfo Arés y José de León, el académico leonés protagoniza la cuarta visita guiada de leonoticias a esta codiciada exposición. No es para menos. Gutiérrez reconoce que la dificultad de reunir cuadros de artistas de tal envergadura como Picasso, Dalí o Miró y que permite a León vivir un gran acontecimiento cultural.

Una muestra además que recoge la esencia del cubismo, ese movimiento que representó una revolución de la cultura estética importantísima que ha influido hasta en nuestra forma de vestir, de organizar nuestras ciudades. Es más, no podría ser comprendida la publicidad de hoy sin este momento de la historia de la pintura.

Uno de los grandes momentos de la historia de la pintura, copada por hombres, pero en el que supieron hacerse mujeres como María Blanchard. Precisamente, es una obra de esta artista cántabra, Les deux Soeurs (las dos hermanas), la que capta la atención de Salvador Gutiérrez.

Una artista prácticamente desconocida que nació con un defecto físico importantísimo a causa de un accidente que tuvo la madre mientras estaba embarazada; una persona deforme que vivió toda la vida amargada, con una contradicción entre su deformidad física y ese anhelo de buscar la belleza que era su gran obsesión.

Una persona solitaria, amargada, que incluso tuvo que abandonar Salamanca por ser perseguida y maltratada. Es la vida de un fracaso físico y profesional que, sin embargo, logra la libertad al llegar a París, donde mantiene una estrecha relación con el pintor mejicano Diego Rivera. Es la época en la que su obra cobra especial relevancia.

Precisamente, en el marco de este contexto María Blanchard pintó esta obra que es representativa de su vida oculta, el abrazo de dos hermanas que muestra muy bien los sentimientos de la hermana dolorida junto a la hermana poderosa. Una bocanada de serenidad y fortaleza a la par.

Una obra que tiene una estética que sigue siendo absolutamente cubista. En ella, sin embargo se añade la sensación de profundidad y la pincelada va buscando ciertas degradaciones que se alejan de este movimiento.

Se trata de una de las obras predilectas de la artista, que logró recuperarla tras su venta. Ahora también de Salvador Gutiérrez que, sin embargo, no puede evitar atraparse ante las grandes obras de Miró, Picasso, Gris, Dalí o Domínguez. Una exposición, para dejarse llevar.

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