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Fitzgerald, durante un concierto en Barcelona en 1966.
El mundo del jazz celebra el centenario de su primera dama, Ella Fitzgerald

El mundo del jazz celebra el centenario de su primera dama, Ella Fitzgerald

El Apollo y otros clubes en distintos distritos de Nueva York rinden homenaje estos días a la vocalista

Nora Quintanilla (EFE)

Martes, 25 de abril 2017, 00:16

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Ella Fitzgerald, la vocalista que cautiva desde la década de los 30 a toda una legión de amantes del jazz, será recordada en el que hubiera sido su 100 cumpleaños con tributos por todo el mundo, desde la Nueva York que la vio crecer hasta Viena, la capital de la música clásica. "Su voz es la voz de una adolescente perpetua esperando a ver qué le trae la vida", dijo a Efe el crítico de jazz Stuart Nicholson, biógrafo de esta cantante estadounidense cuya voz "clara, cálida y natural", apuntó, tiene una "cualidad intemporal".

Apodada la "primera dama de la canción", Fitzgerald comenzó su carrera a los 17 años, cuando ganó el concurso 'amateur' del mítico Apollo Theater de Harlem al improvisar sus letras imitando instrumentos; una técnica, la del 'scat', que utilizaría más adelante en su extensa trayectoria merecedora de 13 premios Grammy. Desde aquel escenario, que catapultó a otros genios como Billie Holiday, Sara Vaughan o Stevie Wonder, la también considerada "reina del jazz" dio el salto en 1935 a la orquesta de Chick Webb, que llegó a dirigir durante tres años antes de lanzarse a cantar en solitario.

Fue con una canción dedicada a Webb, 'A Tisket a Tasket' (1938), como Fitzgerald, cuya melodiosa voz tenía un rango de tres octavas, consiguió su primer éxito, al que seguirían también duetos con iconos del jazz desde Louis Armstrong o Duke Ellington hasta Frank Sinatra o Dizzy Gillespie. Para el también profesor Nicholson, otra de las claves que definieron la leyenda musical de Ella fue la "pureza" de su voz: su "perfecta musicalidad y articulación", que daba vida a la canción en la manera pretendida por el autor de las letras.

En este sentido, el crítico opinó que frente a otras cantantes como Billie Holiday, quien cantaba desde la perspectiva de una mujer sin suerte en el amor, o Edith Piaff, "rota" por lo que le deparó la vida, Ella Fitzgerald no abordaba un punto de vista autobiográfico. Y eso que contaba con una humilde historia previa a su logro del "sueño americano": durante su infancia en el área neoyorquina de Yonkers, donde vivía con su madre, su padrastro y su hermanastra, llegó a realizar pequeños trabajos para aportar dinero al hogar.

Ya de adolescente, perdió a su madre en un accidente de coche y, poco después, a su padrastro por un infarto, lo que la sumió en una complicada etapa de absentismo escolar y problemas con la policía que la llevaron a un reformatorio, de donde escapó. En ese momento, su nombre salió elegido en el sorteo semanal para competir en el concurso de aficionados del Apollo que la vio brillar por primera vez y al que volvió de forma recurrente durante su carrera.

El Apollo y otros clubes en distintos distritos de Nueva York rinden homenaje estos días a la vocalista con interpretaciones en directo de temas como 'I get a kick out of you', 'They can't take that away from me' o 'Night and day'. Según el calendario de la Fundación Ella Fitzgerald, que ella misma fundó en 1993, tres años antes de su muerte, se han celebrado conciertos en decenas de ciudades de Estados Unidos, pero también en Finlandia, Austria o Canadá, y los tributos continuarán al menos hasta octubre.

El lugar que ocupa la "reina" en el jazz es tan seguro, dice el crítico musical, que hasta el día de hoy siguen vendiéndose sus discos, su trabajo se estudia en las universidades y las cantantes que interpretan el repertorio de canciones populares americanas, como hizo Fitzgerald, la toman como medida de excelencia.

A pesar de que los más jóvenes la considerarían "anticuada" en comparación con Taylor Swift o Adele en la era de la "gratificación instantánea", y otros la utilizan de "fondo sónico" mientras dividen su atención en tareas cotidianas, seguirá siendo posible viajar a "otro estado de conciencia" con ella. "La longevidad póstuma de Ella, si podemos llamarla así, depende no solo de cuánto tiempo la gente querrá escuchar buenas canciones bien cantadas, sino cuánto tiempo la gente estará preparada para conectar profundamente con buenas canciones bien cantadas", afirmó Nicholson.

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