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Deustcher, antes del estreno de su primera ópera: 'Cenicienta'.
Música con Alma, magia preadolescente

Música con Alma, magia preadolescente

Antes de cumplir 12 años, una británica se inspira con una comba para componer óperas que han llegado a ser dirigidas en Viena por Zubin Metha

Javier Bragado

Sábado, 4 de febrero 2017, 00:07

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«Le regalamos el violín como juguete y pensamos que estaría con él media hora y pasaría a otra cosa», recordó Guy Deustcher. Apenas podía imaginar ese hombre de Surrey que disfrutaba de los primeros síntomas de una hija con un talento extraordinario. «Pero estaba tan entusiasmada, tocándolo todos los días, que decidimos buscarle un profesor de música», continuó el británico después de que su pequeña de once años interpretara en Viena una pieza compuesta por ella misma junto el maestro Zubin Metha y la reputada orquesta filarmónica austriaca. Minutos antes de la extraordinaria actuación, Alma -protagonista de la noche, nacida en febrero de 2005- jugaba con su hermana por los pasillos.

La sorpresa no ha sido únicamente para el padre. La fantástica precocidad de Alma Deustcher rompe con cualquier parámetro. No necesitaba las dos manos para contar sus años cuando ya acarciaba los oídos de los presentes acariciando los teclados, rasgando las cuerdas del violín y creando sus propias composiciones. «En realidad, tenía cuatro años cuando me sentaba el piano, tocaba pequeñas melodías y mis padres pensaban que las había escuchado antes», aseguró la niña en una entrevista en la BBC. El único secreto particular insospechado lo sostenían sus manos. «Ésta es mi comba de saltar mágica. La muevo alrededor de mí y no la utilizo para saltar, sino que cada movimiento hace brotar notas en mi cabeza», confesó la pizpireta Alma. Magia para niños con su talismán. Aunque también ha confesado que a veces acuden músicas a su mente durante la noche y se desvela para guardarlas.

Más allá de sus particulares supersticiones, la preadolescente conserva la capacidad de asombrar a quienquiera que se acerca a sus contados recitales. Más gracias a su enorme talento que a su varita mágica, elabora piezas armonizadas con su espíritu y su sonrisa en herencia de Franz Schubert, Wolfgang Amadeus Mozart o Piotr Ilich Tchaikovski, sus inspiradores. «En un momento compone con el estilo clásico y se mueve como pez en el agua. Su talento con el piano y el violín es también llamativo. Lo tiene todo», comparte Jörg Widmann, un virtuoso del clarinete que ha compartido sesiones con Alma.

A pesar de todo lo que rodea a la preadolescente y cierto aire pedante por sus ademanes, la personalidad emerge cuando la composición aparece en el cuadro. Odia encorsetarse en la música clásica de conservatorios. Los adaggios son infrecuentes porque los movimientos recorren su mente tan rápido como las palabras salen de su boca cada vez que habla. Además, transmite la alegría de su sonrisa cuando interpreta o decide su futura partitura. «Algunas personas piensan que no está permitido escribir música bonita. Sólo soy una niña y no entiendo por qué», expuso en un festival internacional con su mezcla de pequeño prodigio y boato británico. A los siete años compuso 'El barrendero del sueño', basado en una obrea de Neil Gaiman. Con 11 años disfrutó de la representación de su ópera 'Cenicienta' en la ilustre Viena con la muchacha del cuento transformada en compositora y el príncipe en poeta. Alma intervino al violín de un par de piezas delante de público y de talentosos músicos de conservatorio.

La humildad acude gracias a las enseñanzas de sus padres y por la amenaza del insistente dedo que señala a Alma como la nueva heredera de Wolfgang Amadeus. «No quiero que me comparen con Mozart porque creo que es un poco una tontería competir con él. Si estuviera vivo me encantaría que me diera lecciones, ojalá me pudiera enseñar. Sólo hay un Mozart, yo prefiero ser Alma».

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