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Carlos Martínez Shaw, en una conferencia en Medina del Campo.
«No se puede hacer cine histórico de espaldas a la historia»

«No se puede hacer cine histórico de espaldas a la historia»

Asesoró a Vicente Aranda en ‘Juana la Loca' y a Ridley Scott en '1492: la conquista del paraíso', con distinta fortuna

Victoria M. Niño

Domingo, 23 de abril 2017, 20:18

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Cinéfilo y lector voraz, el historiador Carlos Martínez Shaw ha tendido puentes entre el rigor y la ficción en varias ocasiones. Le extraña que no haya ninguna obra «de entidad» sobre la revuelta de las comunidades, pero «el cine español está lleno de lagunas sobre los episodios épicos de la historia».

«Quizá los comuneros es un episodio de hondura historiográfica, pero momentos tan épicos como la conquista de México o la de Perú no han suscitado ningún interés. Tampoco las navegaciones españolas por el Pacífico. Solo los últimos de Filipinas recibieron alguna atención desde la óptica patriótica. Cuando nos remitimos a las imágenes de estos hechos citamos el 'Aguirre', del alemán Herzog, 'La misión', de Joffé, o la nueva 'Silencio', de Scorsese sobre la cristianización de los japoneses por los españoles», dice el sevillano. Este especialista en Historia Moderna, salva «quizá algunos aspectos de la Guerra de la Independencia, personajes como Agustina de Aragón sí han sido tratados. Pero hechos tan relevantes como la batalla de Lepanto, la Armada Invencible o la conquista de América no han sido tratados por el cine».

Martínez Shaw fue la sombra de Vicente Aranda, su asesor histórico, durante el rodaje de 'Juana la Loca'. «Aceptaba todo lo que decía. Y es que apelan al historiador sobre cosas que realmente no sabemos. Ayudé en lo que pude. Por ejemplo me pidió un amuleto de amor o inquirió sobre cómo podía cruzar Juana un patio cuando llueve si no había paraguas. Entonces usaban una capa pluvial, como los obispos. No se puede hacer una película histórica sin historia. Hay cosas que no se saben y nuestro intento es rellenar lagunas», explica. Aranda «siempre defendió la idea romántica de Tamayo, pero a la vez quería ser fiel a la historia. Así es como concibo yo la recreación artística de la historia. Me pasó lo contrario con Ridley Scott». El director británico estrenó en 1992 su película sobre la hazaña de Colón, '1942: la conquista del paraíso'. «Mantuve muchas conversaciones con él y su guionista Roselyne Bosch. Le hice apreciaciones sobre la Inquisición, sobre Colón y la esclavitud. Siempre hubo una gran discrepancia entre este pobre asesor y el gran director».

Autor de varias monografías sobre las navegaciones y la expansión colonial española durante la edad moderna, no discierne entre gran y pequeña historia. «La historia es un océano que no se ha podido recorrer al mismo tiempo. Primero se escribió la historia institucional, la política y militar. Después se pudo abordar la económica y social, las raíces de muchos conflictos. Ymás recientemente se ha desarrollado la historia de las mentalidades, se ingresó en otros mundos como el imaginario popular o el inconsciente colectivo. Son todo lonchas del mismo bocadillo». A la hora de recrear la historia apela a las fuentes de cada tiempo. «No puede hacerse desde el historicismo del XIX. Si nos aproximamos al XVI hay que buscar en la documentación y en las fuentes iconográficas de ese momento. El creador moderno recorre todo lo que se sabe para desarrollar su poética y añade la aportación de su imaginación, que puede darnos rasgos poéticos o emociones sobre ese tiempo. Lo que nunca puede hacer es ir en contra de lo que ocurrió». Si tuviera que asesorar a un director sobre una hipotética película sobre los comuneros, Martínez Shaw resumen el estado de la cuestión a día de hoy. «Esa historia se ha contado desde el punto de vista liberal del XIX como un levantamiento para defender los fueros castellanos y con un contenido moderno al estilo de los levantamientos decimonónicos. Luego el revisionismo conservador de Gregorio Marañón dio una visión arcaizante de los comuneros como personajes que defendían sus privilegios atacando a la monarquía absoluta. Las tesis modernas aceptadas hoy parten de Maravall y Joseph Pérez que tratan de poner en su sitio la cuestión. Fue una revuelta de las ciudades castellanas que apunta un protonacionalismo castellano y que representa intereses políticos y económicos. En ese sentido es una revuelta moderna a la que se unen los campesinos con un levantamiento antiseñorial. Esto último lo sustenta muy bien Gutiérrez Nieto y nuestro añorado Julio Valdeón».

Como aficionado a la novela histórica está abandonando el género. «La inmensa mayoría me han decepcionado no solo por su infidelidad a la historia sino por su ramplonería literaria. Muchas de ellas son infinitamente más aburridas que la historia que reflejan. Es más apasionante la realidad. Hay una docena de títulos excepcionales, entre ellos 'Guerra y paz', 'Memorias de Adriano', 'Bomarzo' o 'El siglo de las luces', de Carpentier. Incluso grandes novelistas que me han gustado, cuando abordan la ficción histórica no consiguen salir airosos. Mi amigo Pérez-Reverte no lo logró en 'Trafalgar'. Meterse en una historia tan rica, tan bien contada por Pérez Galdós, es una locura».

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