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Cartel de 'cerrado' en el Instituto Bíblico Oriental.
La muerte de la cultura

La muerte de la cultura

El adiós del IBO, ejemplo de la excelencia cultural, deja huérfana a la cultura leonesa | Durante casi una década mostró piezas únicas datadas en el año 8.300 A.C. y entre ellas un lienzo del siglo I similar al que se utilizó para envolver a Cristo

j.c.

Viernes, 20 de enero 2017, 11:37

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Leon se queda huérfano de cultura. Uno de sus principales activos, el Instituto Bíblico Oriental, ha dejado la capital tras casi una década de actividad. Su muerte callada, la modestia de su ejercicio profesional, ese silencio casi obsceno en algunos momentos, la discreta prudencia que traspasaba sus paredes, ha animado a que su adiós sea tan sereno como su propia existencia.

El IBO era un hijo iluminado de García Recio, su director, alimentado por la apuesta cultural y económica del empresario leonés David Álvarez (Eulen). Para sorpresa de no pocos, de la cúpula de tan singular museo en primer término, el empresario olvidó citar en su testamento a ese niño querido. Y sin dinero, no hay cultura.

La esencia de la sociedad, de la vida y de la cultura descansaban en en las dos plantas que el museo Instituto Bíblico y Oriental ocupaba en la Real Colegiata de San Isidoro.

Restos arqueológicos únicos

En su interior se han mostrado durante años restos arqueológicos únicos procedentes del Oriente Bíblico, algunos de ellos datados en el 8.300 antes de Cristo, además de otras reliquias como textos de Mesopotamia inéditos, escrituras cuneiformes y joyas de oro halladas de la tumba del padre de Alejandro Magno.

Alejandro Magno, la 'punta de lanza'

  • La exposición sobre Alejandro Magno titulada el Itinerario Religioso de Alejandro Magno era de largo la exposición con mayor reclamo de este museo. En ella se trataba de explicar mediante alrededor de 300 piezas procedentes de diferentes lugares del mundo, un recorrido a través de iconología religiosa de este emperador de la cultura clásica, que se reflejaba en los bustos de mármol helenísticos y romanos, esculturas grecorromanas, altorrelieves de piedra, orfebrería macedonia, medallones y monedas de la época.

  • Allí se podía observar la figura de Alejandro Magno desde el punto de vista helenístico, representado como Helios, Ares o Dionisos; el egipcio como hijo de Ra; el persa, personificado como rey de reyes; el Alejando en la India y Afganistán y el Alejandro de la tradición Cristiana.

  • Otro elemento clave de la muestra era el Belén Napolitano cedido también por el coleccionista e historiador Francisco Antonovich. Se componía de un conjunto de 250 figurillas artesanales y articuladas, fabricadas a base de madera, porcelana y alambre, fabricadas entre XVII y XIX. Las figuras están vestidas con trajes elaborados con terciopelo y sedas.

  • El Nacimiento representa tres escenas evangélicas el Anuncio a los Pastores, el Misterio y la Adoración de los Reyes Magos.

Más de un millar de piezas y objetos arqueológicos, 10.000 libros y revistas especializadas relacionados con el Oriente Bíblico y los estudios del Antiguo y Nuevo Testamento. Su aspiración, hoy imposible, fue desde el mismo momento de su nacimiento ser una referencia mundial en el estudio y divulgación de la cultura de oriente próximo en la antigüedad.

Recorrer sus reducidos pasillos suponía una travesía por la esencia de la sociedad actual, de su germen, con sorpresas como la presencia de un papiro que databa del siglo III realizado por 70 sabios que se reunieron en Alejandría para traducir «en poco tiempo» el texto del Antiguo Testamento al griego.

El Belén de Antonovich

Y no eran las únicas muestras que podían cortar la respiración al visitantes. En la planta baja se mostraban textos arcaicos que recogían testimonios físicos desde el año 3.400 antes de Cristo hasta el año 600 antes de Cristo y en los que se muestra la evolución de la escritura cuneiforme, así como documentos religiosos de Mesopotamia inéditos como un himno al Dios Nergal.

Entre los documentos que atesoraba el IBO se encontraba un texto de un hijo del rey Sargón I, Manishtushu, el hombre que inició la mundialización; un contrato de adopción del siglo XIX A.C, la base del derecho romano o el belén hispano-napolitano Antonovich, que era mostrado de forma permanente a los visitantes.

Joyas de oro de Filipo

El IBO tenía además una colección cedida por Francisco Antonovich, 'El itinerario religioso de Alejandro Magno', donde se realizaba un recorrido por la faceta religiosa del personaje.

Allí había una representación del personaje asimilado al Dios Sol; joyas de oro de su padre Filipo halladas al descubrir su tumba o una escultura de Alejandro Magno con escamas de la Medusa, una pieza única, ya que sólo existe otra en el mundo recogida en el museo del Louvre de parís.

Para el recuerdo queda poder observar un osario contemporáneo a Jesucristo proveniente de Jerusalén, cuya función era guardar los huesos de los restos de difuntos o un lienzo del siglo I similar al que se utilizó para envolver a Cristo.

La figura del príncipe de Gudea

Para su director, Jesús García Recio, el museo destacaba la trascendencia muchas veces desconocida de Oriente en la sociedad actual y en especial una pieza con la figura del príncipe de Gudea.

El sueño del IBO era crecer y extenderse, crecer como museo y extender la cultura para muchos desconocida a través de las pieza que atesoraba.

Pero perdido el protectorado de David Álvarez el Bíblico Oriental se queda en un sueño perdido en el tiempo, en una aspiracion imposible de la que pese a todo pudieron disfrutar miles de personas.

Se va el IBO, en silencio, sin un ruido. Y León pierde un gran activo cultural, cuestión que por otra parte no parece importar en exceso.

[El Instituto Bíblico Oriental (IBO) abrió sus puertas el día 12 de marzo de 2009 - Oficialmente el museo fue cerrado al público el 30 de diciembre de 2016 tras un breve comúnicado. Durante su tiempo de actividad recibió cerca de 70.000 visitas]

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