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r.fariñas
Domingo, 18 de diciembre 2016, 17:29
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Parada inexcusable de la capital maragata. Un centro que respira historia con el olor más dulce que existe. Un lugar donde dejarse llevar por el gusto para disfrutar del placer en el paladar.
IMÁGENES
El Museo del Chocolate de Astorga se mantiene como uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad bimilenaria. Sus ocho salas y las dos plantas de la casa en la que vivió uno de los chocolateros más ilustres de la zona, Magín Rubio, embrujan a los visitantes que sueñan con degustar una onza de este producto.
La composición de este espacio trata de que el espectador disfrute con los cinco sentidos de su visita. Primero con la vista, gracias a la sala de las maravillas, donde joyas del pasado se dan cita en forma de carteles y postales de los maestros chocolateros de antaño.
Más tarde, el museo llama al sentido del olfato. El cacao como protagonista en todas sus variedades y las posibilidades de mezcla que ofrece. Vainilla, canela, trufa o pimienta pueden ser perfectas combinaciones para fortalecer el sabor de este fruto.
Lo mejor...para el final
La siguiente sala busca reforzar el tacto. Una amplia muestra de los aparatos usados en el pasado para moler y desgranar el cacao y poder obtener las semillas que posteriormente se convierten en el más dulce, o más amargo, de los chocolates.
El oído tendrá que ponerse en juego para la sala de usos múltiples, donde un audiovisual muestra la forma que tenían los antepasados de preparar este producto tan deseado por niños y mayores.
Por último, y al finalizar la visita, llegará el momento que todos esperan, el de utilizar el sentido del gusto, para poder probar onzas de diferentes estilos de chocolate y elegir cuál es el que más se adapta a cada uno para llevarse una pastilla a su casa.
El Museo del Chocolate ofrece, además, información sobre la historia de este producto, sobre los chocolateros de la zona, entre los que destacan el fundador del museo, José Luis López, y una representación de la publicidad, imprenta y litografía usada para la venta de este manjar importado del cono sur de América.
En definitiva, una visita completa. Un paseo por el dulce mundo del chocolate que provoca un desvío en una ciudad, cruce de caminos, donde hay que detenerse para disfrutar de uno de los productos que más placer evoca.
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